- Dios es amor y el amor es donación. Él se donó totalmente a nosotros, Su mayor acto de donación fue sacrificar a Su único Hijo por nosotros. Le debemos todo a Él, vivimos a través de Él, que está en nosotros como el Espíritu de realidad. Él nos amó y envió a Su Hijo. Esta es la mayor demostración de amor (Juan 3:16-18; 1 Juan 4:8- 12,16).
- Cristo no se entregó a la iglesia para traer enseñanzas religiosas y hacernos mejores personas. Él santifica a la iglesia por el lavamiento del agua con la palabra. Esta es la manera de limpiar todos los resquicios de veneno en nosotros. La palabra quita todas las toxinas (Efesios 5:26).
- El hombre necesita la vida de Dios, ser de lo alto como Él es, y hacer Su voluntad, tanto aquí en la tierra como en el cielo. Esto es lo que Dios quiere de nosotros. Jesús no fue enviado para juzgarnos, sino para darnos vida (Juan 3:16-18).
- “… Nunca debemos despreciar a las personas. Todos hemos sido jóvenes y tuvimos momentos de rebeldía y desinterés por las cosas de Dios. El Señor tuvo misericordia de nosotros al incluirnos hoy en la obra. (…) No desistamos de los hermanos, incluso si han causado alguna decepción antes, porque todos pueden ser perfeccionados y ser útiles para el ministerio”. (Alimento Diario, Libro 6, Semana 3, sábado, pág. 52).