- Dios habla, su profeta es notificado, pasa al grupo de profetas, que transmiten fielmente a la Iglesia, que cree y recibe esta palabra que tiene poder de ejecutar la obra de Dios (Apocalipsis 1:1; 1 Tesalonicenses 2:13).
- Recibimos el Espíritu hoy por medio de la palabra que el Señor habla a la Iglesia. Es la palabra viva, que sale de la boca de Dios, y no meramente una palabra aprendida teológicamente. La Iglesia permanece brillando en las tinieblas gracias al suministro del Espíritu por la palabra (Juan 6:63).
- Quien hace la obra de Dios es el propio Señor. No es por la fuerza o el poder del hombre, sino por la fuerza de Su palabra y por el poder del Espíritu del Señor (Salmo 33:9; Zacarías 4:6).
- Cristo es el postrer Adán, el Espíritu vivificante (1 Corintios 15:45). El postrer Adán hoy ya no está en la carne, sino que se hizo el Espíritu y quiere darnos vida. ¡Busquémoslo! A través de Su palabra, cada vez que Lo buscamos, recibimos la vida divina y nos unimos a Él. (Alimento Diario, Libro 1, semana 3, sábado, pág. 51).