1.¡El Hijo no permitirá que se pierda ninguno de los que el Padre le ha dado! Gracias a Dios, somos parte de estos. Con la caída del hombre, el pecado y la muerte entraron en el mundo, ¡pero nosotros no somos de este mundo! ¡Somos miembros del Cuerpo de Cristo, gobernados por la vida, por la palabra! (Juan 17:12-14).
2.En el mundo, cualquiera puede dar dirección y las personas pueden elegir a quién seguir, pero en la iglesia está el gobierno establecido por Dios a través de Su palabra profética. ¡Gracias al Señor, esa convicción ya ha sido restaurada entre nosotros! (2 Pedro 1:19; Proverbios 29:18 JBS; Hebreos 1: 1-2).
3.Mientras haya competencia por la posición, envidia y búsqueda de poder, no estaremos libres de la jerarquía. Entre nosotros, todos necesitamos tener un corazón de siervo, cumpliendo nuestras funciones como miembros de un solo Cuerpo, ¡el Cuerpo de Cristo! (Mateo 20:25-28; Filipenses 2: 1-4).
4.”La palabra trae a Cristo, Cristo es Dios y Dios es amor. Por eso animamos a todos a sumergirse en la Palabra, a grabarla en el corazón, porque así, incluso sin darse cuenta, el amor de Dios también entrará en nosotros y nos llenará de realidad”. (Alimento Diario, Libro 4, Semana 2, sábado, p. 35).