INMERSIÓN DIARIA Viernes | M.04 La Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios

  1. El cielo está en plena actividad: lleno de fuego, relámpagos, voces y truenos. La tierra necesita seguir el ritmo del cielo. Hoy, el Señor necesita de cuatro seres vivientes bien llenos de energía. Si estamos así, predicando el Evangelio, con el espíritu ejercitado y habiéndonos sumergido en la Palabra, las personas recibirán una descarga al oír: “¿Puedo orar por usted?” (Mateo 28:18-20; 2 Timoteo 4:2a).
  2. Del trono salen relámpagos, voces y truenos; no voces suaves. Dios tiene prisa y nosotros debemos tener el mismo sentido de urgencia. Tenemos que predicar el evangelio del reino, no de la manera tradicional, sino con la urgencia de las siete lámparas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios. Que tengamos el mismo ritmo del cielo. (Apocalipsis 4:5).
  3. En el principio, en la eternidad antes de que existiera el tiempo, Cristo era la Palabra. Cuando la Palabra llega hasta nosotros, no sólo comunica la idea de Dios, sino que llega Cristo mismo. Por eso la palabra profética es tan distinta de las demás palabras, porque transmite la orden de Dios y al propio Dios (Juan 1:1).
  4. “…es mediante la palabra profética, a través de la ventana de la fe, que recibimos todo lo que viene de Dios. Y lo que viene de Dios, por medio del fluir del río de la gracia, quiere producir en nosotros este tejido de amor”. (Alimento diario, Libro 5, Semana 4, viernes, pág. 68).

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