- El diablo, como agente externo, quiere destruir la obra de Dios. Para hacerlo, él usa a personas con puntos de vista religiosos o ambición en sus corazones para dañar al apóstol y su palabra, corrompiendo las mentes de los santos y alejándolos de la sencillez y pureza debidas a Cristo (Hechos 15:1-2, 5; 2 Corintios 11:1-3).
- En su hablar, Pablo siguió al Espíritu. Él no usaba la elocuencia ni palabras hermosas, como algunos que, con apariencia de espiritualidad, entorpecían y corrompían las mentes de los oyentes. (2 Corintios 11:4-13).
- Mira el resultado de la palabra transmitida, para saber si viene o no de Dios. Si lo que escuchas complica tu mente, te saca de la sencillez y pureza debidas a Dios, ten la seguridad de que ese hablar no proviene de Dios. La palabra profética que hemos recibido ha sido confirmada por las muchas señales que la siguen (Marcos 16:20).
- “Todos tenemos que salir a las calles, con oposición o sin ella, porque el pueblo necesita del evangelio, necesita la palabra revelada de Dios. (¡El que tiene oído, oiga! — Lecciones de Pérgamo y Tiatira, pág. 89).