- No nos basta evitar el contacto con cosas negativas. Necesitamos estar en la circulación de la vida provista por el canal escogido por Dios para que ella fluya y elimine las toxinas que surgen espontáneamente en nosotros y nos envenenan (Juan 15:3).
- El enemigo de Dios sabe la importancia de la Palabra y nos confunde por medio de enseñanzas religiosas y sabiduría humana que compiten con la Palabra y distraen la Iglesia (1 Timoteo 1:3-7).
- La palabra que sale de Dios hace la obra. Ella fluye por medio del único canal establecido por Él y todos pueden profetizar a partir de ella. Así, la circulación de la vida en el Cuerpo acontece cuando perseveramos en las enseñanzas de los apóstoles y en la comunión entre los hermanos (Hechos 2:42; 1 Corintios 14:31).
- ¡Mantengamos la sencillez hacia Cristo y Su palabra! Yo quiero ser feliz, como dice el himno: “¡Feliz, feliz en la Iglesia estoy!” (2 Corintios 11:3). (Alimento Diario, Libro 2, Semana 2, viernes, pág. 33).