1.El Señor quiere tener un nuevo comienzo entre nosotros: primero, la palabra profética hace arder nuestro corazón y, segundo, tiene que cumplirse, porque es la palabra que sale de la boca del Señor. Hoy, Jesús quiere hablarle, ¡así que abra su corazón y déjelo entrar! (Juan 21:1-9; 2 Pe 1:19; Hebreos 3,7-11).
- ¡El Señor ya lo ha preparado todo! Él se preocupa por nosotros, especialmente si le servimos. El sustento nunca será un problema en la presencia del Señor. Si el Señor nos ha llamado a la obra de Dios, Él proveerá para nuestro sustento (Juan 21:1-9; Mateo 6:25-34; Sal 127:2; 1 Corintios 15:58; Filipenses 4:10-20).
- No valoremos más la ropa que el cuerpo, ni la comida más que la vida. Somos hijos de Dios y tenemos un Padre que se preocupa por nosotros. Así que, tengamos un corazón para buscar Su reino y Su justicia y para ofrecernos a Él, porque, si somos generosos con el Señor, Él será generoso con nosotros. ¡Gracias a Dios por este don inefable! (Mateo 6:19-20, 25-34; Malaquías 3:10; 2 Corintios 9:6-15).
- Para romper con los conceptos terrenales del hombre, es necesario nacer de otro reino, el reino de Dios, donde no hay limitaciones. Los nacidos de lo alto pueden ser guiados por el Espíritu de Dios (Juan 3:3-8; 1 Corintios 2:14) (Alimento diario, Libro 1, Semana 2, viernes, p. 33).