INMERSIÓN DINÁMICA EN LA PALABRA PROFÉTICA Domingo | Mens. 13 – Introducción a las Epístolas de Pedro

  1. Somos materiales para la edificación de la casa espiritual de Dios. Ya no somos piedras muertas, sino piedras vivas que forman parte de un organismo y de un edificio vivo. Una piedra natural no sirve para la edificación de la Iglesia, pero sí será útil después de pasar por un proceso de transformación, en el que la naturaleza del Padre será su nueva constitución (1 Pedro 2:5; 1 Corintios 3:11,12).

  1. Pedro era una piedra natural: bruto, impulsivo y precipitado. Tenía buenas intenciones, pero actuaba muy rápido sin pensar. Era como un “caballo salvaje”. Pero a veces es mejor ser un “caballo salvaje” que puede ser transformado, a ser un “jamelgo” que nunca se equivoca. Un caballo salvaje puede ser domado y transformado por medio de los sufrimientos y la presiones y llegar a ser muy útil al Señor, tal como lo fue Pedro (Mateo 14:22-34, 16:21-23, 17:24-27, Juan 13:5-10, 36-38).

  1. Aunque Pedro haya traicionado a Jesús, él no fue descartado ni olvidado por Dios. Nosotros también hemos fallado mucho con relación al Señor, pero Él continúa amándonos y no nos olvida. En momentos en que sentimos que no somos de ayuda ni utilidad para Dios y para la Iglesia, Él nos llama y nos dice: “¡Yo lo quiero a usted y necesito de usted!”. (Mateo 26:69-75; Marcos 16:7).

4. Entre miles de millones de personas, Dios nos escogió en Cristo. Elegidos, fuimos predestinados y ahora tenemos un destino: ser hijos maduros que recibirán la herencia del Padre. ¡Somos afortunados! Tal elección fue realizada antes de la fundación del mundo y no tiene nada que ver con nuestra acción humana. Pero, al mismo tiempo, como punto de equilibrio, la elección es según la presciencia de Dios, que está fuera del tiempo y habita en la eternidad. Así, Él, conociendo ya nuestro corazón, nuestra actitud y la forma en que recibiríamos Su palabra y lucharíamos por Su Reino, ¡nos escogió y predestinó! (1 Pedro 1:2, Efesios 1:4,5, Romanos 8:17, 9:11-29, 11:11-24).

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