- La unción es algo vivo que Dios ha puesto dentro de nosotros, la provisión del Espíritu de Jesucristo, que se refiere al aceite de la santa unción y tiene el poder y la eficacia de la muerte y resurrección de Cristo. No debemos vivir según reglas, sino según la vida que recibimos de Dios, ya que somos Sus hijos. La unción es muy importante, ya que discierne si la palabra es de Dios o no, a fin de desarraigarnos del mundo religioso (1 Juan 4:1-6; Filipenses 1:19; Gálatas 1:4).
- Después de la caída de Adán y Eva, sus ojos se abrieron y comenzaron a evaluar si todo estaba bien o mal. Aun así, todavía existía la posibilidad de hacer el bien y elegir la vida, pero el hombre eligió vivir según reglas externas. ¡Pero gracias a Dios! De la misma manera que no es necesario enseñar a un naranjo a producir naranjas y a un pato a nadar, la vida de Dios es capaz de gobernarnos y hacernos actuar como Sus hijos. Por eso alguien nacido de Dios es capaz de amar. Esto hace toda la diferencia (1 Juan 3:11; 4:7; Génesis 2:9; 4:4-6).
- No tiene sentido intentar amar por sí mismo, viviendo de apariencia, porque el amor procede de Dios. Necesitamos la comunión de vida experimentada en la Iglesia en resurrección, haciendo la inmersión refinada, durmiendo y despertando con Dios. Así, comenzamos a amar más a los hermanos y conocemos a Dios. La palabra “conoce” en el versículo está conjugada en tiempo aoristo, originario del griego antiguo, lo que indica la imposibilidad de definir el tiempo en el que se conoció, ya que se refiere al momento del nacimiento. Conocemos a Dios por la vida que recibimos, no porque Él haya hecho algo por nosotros (1 Juan 4:7).
- Necesitamos mantener el hombre interior, nacido de Dios, siempre creciendo fuerte y activo para que podamos vivir por medio de él. Incluso necesitamos el mismo amor de Dios para amarlo. Este amor es un pegamento, un adhesivo, un elemento que une perfectamente y produce la edificación. Así, nos convertiremos en un organismo vivo en el cual ya no existirá el individuo, usted y yo, sino una sola cosa. Cuando el amor es perfeccionado en la Iglesia, vivimos en un ambiente sin miedo y podremos, en el día del Juicio, encontrarnos con Dios con confianza, entregándole un organismo vivo gobernado por la vida (1 Juan 4:9-21; Deuteronomio 6:5; Colosenses 3:14; Efesios 4:15-16).
¿Sabías que también tenemos la inmersión para niños? Haz clic aquí para hacerlo con tu niño: INMERSIÓN PARA NIÑOS