Palabra ministrada por el hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos, directamente desde el auditorio de la Iglesia en São Paulo/SP, el 06/08/2023. Texto no revisado por el autor.
Juan 1:1; 21:24-25
- Ahora estamos entrando en un nuevo tema: el Evangelio de Juan – Palabra, Vida y Edificación. Pero antes de entrar en este tema, quisiera expresar una vez más mi alegría por todo lo que el Señor está haciendo en medio de nosotros a través de la acción de los Siete Espíritus. Creo que Dios encontró las condiciones mínimas para que, durante el final de los tiempos, Su iglesia coopere con Él y haga Su voluntad para terminar esta era y traer de regreso el reino de Dios a la tierra.
1 Tesalonicenses 2:13
- En los últimos años, la palabra profética ha sido especialmente poderosa entre nosotros, ya que la iglesia se ha dado cuenta de que la palabra profética es de suma importancia para el avance de la obra del Señor en la tierra, dándonos dirección y contenido para que Su obra se lleve a cabo.
- Al aceptar la palabra del apóstol Pablo como palabra del mismo Dios, esa palabra pudo operar eficazmente en aquellos que creyeron. Es responsabilidad de Dios revelarnos la palabra profética, pero depende de la iglesia cooperar con esa palabra al creer, para que pueda funcionar de manera efectiva. Sin embargo, no es suficiente que creamos solo el 90% o incluso el 99% de la palabra de Dios. Mientras haya un 1% de duda en nuestros corazones, la palabra no puede operar. Por eso es tan importante que creamos totalmente en la palabra, con la sencillez de nuestros niños y adolescentes. Adán y Eva, cuando estaban en el jardín, eran sencillos y creían en todo lo que Dios les decía. Así que todo lo que la serpiente tuvo que hacer fue poner un 1% de duda en la mente de Eva, porque sabía que la mujer era demasiado fiel a Dios para rebelarse, pero implantar tan solo un 1% de duda en su mente todo estaría terminado. Efectivamente se generó esta duda, que resultó en la desconexión y caída del hombre. Queridos hermanos, ¡necesitamos creer al 100% en la palabra de Dios! En nosotros no puede haber lugar para la duda, necesitamos conservar nuestra sencillez.
Salmos 110:3
- Además de todo lo que el Señor ha hecho en medio nuestro a través del colportaje, Mujeres Conectadas, Hombres de Oración, “¿Puedo orar por usted?” y todas estas herramientas, en los últimos días hemos visto al Señor levantar un ejército de adolescentes, jóvenes santos que aman la palabra con sencillez y obediencia. Hoy vivimos el inicio de la aurora, ya han comenzado a caer las gotas de rocío y a levantarse el ejército prometido a Cristo. Nuestros niños y jóvenes están surgiendo de la nada, conformando este formidable ejército que, con sencillez y obediencia, aman y se sumergen en la palabra, salen a las calles a buscar personas. ¡Cosas impensables e impresionantes están sucediendo entre nosotros! A través de los adolescente, la tasa de crecimiento de la iglesia será grande. ¡Ningún hombre puede hacer este trabajo! Por eso necesitamos bajar nuestra cabeza, en sencillez y obediencia, y ponernos a disposición de la edificación del Cuerpo de Cristo. Cada vez más necesitamos de la realidad como miembros del cuerpo de Cristo, un organismo vivo que coopera entre sí con mutuo amor y complicidad, apuntando a la conclusión de esta era.
- El Señor nos ha dado grandes revelaciones a través de los escritos de Pablo, a quien fue dada la revelación sobre la economía de Dios, Su plan para el hombre. Durante el tiempo que hemos estado viendo los escritos del apóstol Pablo, ¡hemos tenido tantas revelaciones maravillosas! Por medio de Colosenses y Efesios Él nos ha revelado cosas inéditas, nos ha dado revelaciones que no le habían sido dadas a ningún maestro de la Biblia. Por lo tanto, después de haber visto cosas tan maravillosas dentro de lo que el apóstol Pablo escribió a las iglesias, me presenté delante del Señor pidiendo dirección con respecto al libro en el que ahora entraríamos, y así fuimos guiados al evangelio de Juan.
- Para comenzar a hablar sobre el ministerio de Juan, primero debemos hablar sobre el ministerio de Pedro. Hasta el día de Pentecostés, la palabra de Dios fue traída directamente a los hombres a través de Jesús, por medio de quien se llevó a cabo la obra del Señor. Después de su muerte y resurrección, Jesús comenzó a habitar un cuerpo de resurrección, que ya no tenía la misma apariencia y características que antes. Ellos, sin embargo, Lo reconocieron por Su hablar, porque Su palabra salía con poder, hacía arder sus corazones. ¡La presencia de Jesús está en Su hablar! ¡Cuando Jesús nos habla, nuestro corazón arde!
- En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo fue derramado sobre cada uno de los galileos que estaban presentes y pasaron a formar parte del cuerpo de Cristo. Allí se engendró la iglesia, y luego Jesús dejó de aparecer en Su cuerpo resucitado y comenzó a hablar a través de Sus discípulos. El apóstol Pedro, entonces, pasó a guiar a los otros discípulos y recibió la comisión del ministerio de la palabra.
Mateo 4:18-19; Hechos 2; Hechos 10:44
- El ministerio de Pedro fue lanzar las redes. En el momento en que Pedro – un pescador, encontrado lanzando las redes de pesca – fue llamado por Jesús, se le prometió que él también sería pescador de hombres. Ese era su encargo: lanzar las redes para pescar hombres. Por lo tanto, el ministerio de Pedro iba a dar comienzo a la era de la iglesia, y su ministerio fue usado por Dios para abrir la puerta de entrada al Reino de los Cielos para los judíos que creyeron en Pentecostés. Pero él, como lanzador de redes, también tenía el encargo de abrir la puerta del Reino de los Cielos a los gentiles. Ambos fueron bautizados en el Cuerpo de Cristo, dentro del cual ya no hay distinción entre judíos y griegos. En el momento en que creímos, el Espíritu Santo nos bautizó para dentro del Cuerpo de Cristo, por eso debemos ser bautizados en agua como confirmación de ese bautismo. Ya bautizados, somos miembros vivos de ese Cuerpo, tenemos acceso a Jesús, que es nuestra paz. La sangre de Cristo es nuestra paz, haciendo de judíos y gentiles uno solo.
Hechos 8:1; 9:31; 11:19-21
- Bajo el liderazgo de Pedro, la iglesia avanzó por toda Judea, Galilea y Samaria, edificándose y aumentando en número. Gracias al Señor, a través de la predicación del evangelio, la red de cuidado, el trabajo de nuestros adolescentes y jóvenes ganando personas en las calles, ¡hoy la iglesia ha crecido en número! Vemos en Hechos, sin embargo, que la iglesia en Jerusalén experimentó persecución a causa del martirio de Esteban. Esta gran persecución generó una dispersión, que esparció a los discípulos hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, anunciando la palabra sólo a los judíos.
- Sin embargo, algunos de ellos, que eran de Chipre y Cirene, fueron hasta Antioquía y también predicaron el evangelio del Señor Jesús a los griegos. Muchos creyeron y se convirtieron al Señor y entonces surgió la iglesia de los gentiles, la iglesia en Antioquía.
Hechos 11:25-26; 13:2-3; 2:11-13
- A Bernabé se le encomendó el cuidado de la iglesia de los gentiles, y para tal encargo él quiso contar con la ayuda de Saulo. El Señor sabía que el apóstol Pedro tenía, debido a sus conceptos judíos, dificultades para aceptar a los gentiles. En la relación entre cristianos judíos y cristianos gentiles no puede existir separaciones, ya que todos son miembros del mismo cuerpo. Sin embargo, los fuertes conceptos judíos de Pedro y la presión ejercida por los hermanos en Jerusalén no dejaron a Dios otra opción que levantar otro canal, Saulo.
Hechos 8:1; 9:1-19; 10:11-16; 11:1-3,25; 15:1.5; Gálatas 1:13
- Pedro, debido a sus conceptos judíos, tenía dificultades para aceptar a los gentiles. Además, él también estaba bajo la presión de los que estaban a favor de la circuncisión en la iglesia en Jerusalén. Así que no había otra opción, Dios tuvo que levantar a Saulo, hasta entonces un perseguidor de los cristianos. El Señor escogió a Saulo – un “caballo salvaje” para ser domado – para que el evangelio pudiera extenderse en el mundo de los gentiles. Bernabé luego llevó a Pablo a reunirse en la iglesia en Antioquía, donde enseñaron durante un año, y allí los discípulos fueron llamados cristianos por primera vez. Después de eso, el Espíritu Santo separa a Bernabé y Saulo para Su obra. ¡El Espíritu tiene una obra, en la cual debemos estar involucrados hoy!
Hechos 13:2; Colosenses 1:25-29; 1 Corintios 9:17
- El ministerio de Pablo era dispensar plenamente la Palabra de Dios a favor de la iglesia. Dios le encomendó a Pablo la dispensación – del griego “oikonomia”, – de Su palabra, es decir, él era el responsable del gobierno en la casa de Dios. Cristo es la cabeza del Cuerpo, de Él proviene nuestro encabezamiento, pero debido a que ya no estaba físicamente en la tierra, Él necesitaba un hombre que lo representara. A Pablo se le confió entonces el gobierno de la casa de Dios. El ministerio de Pablo era completar la revelación de la palabra de Dios, él era el responsable de llevar la revelación de Jesucristo a la iglesia. Hoy, las revelaciones que recibimos por medio de la palabra profética vienen a través de los escritos del apóstol Pablo y los demás apóstoles.
- Todo lo que está en el corazón de Dios es un misterio, y nadie sabe lo que sucede allí a menos que el Señor se lo revele. Los misterios de Dios son revelados sólo por Él mismo, y no nos es posible comprenderlos a través de la sabiduría humana. Por eso necesitamos revelación, la cual nos llega hoy por medio de hombres canales como fue el apóstol Pablo. A Pablo Dios le reveló Su misterio: Él quiere que nosotros, los que creemos en Jesús y fuimos bautizados en Su cuerpo, seamos glorificados, hasta que seamos llevados a la gloria de Dios.
- El gobierno de la casa de Dios está siempre relacionado con el ministerio de la palabra que viene a través de la revelación del misterio de Cristo. Por lo tanto, si Pablo no recibía la revelación de la palabra de Dios, él no podría administrar la iglesia. ¡Las inescrutables riquezas de Cristo nos son dispensadas por medio de la palabra profética! Por lo tanto, necesitaremos la palabra profética hasta que Cristo regrese.
1 Timoteo 1:3-7; Filipenses 1:5-6,15,17
- El apóstol Pablo, durante su vida, fue acusado de tener el monopolio de la palabra profética. De hecho lo hizo, porque él fue el encargado en su época de dispensar la revelación del misterio que venía de Dios. Por lo tanto, fue necesario filtrar cualquier palabra paralela. La palabra que no viene de Dios, por el canal adecuado, solo promueve discusiones y no produce Su obra en la fe. Todo lo que hacemos necesita producir la obra de Dios en la fe, no generar grupos de seguidores de una determinada palabra. Pablo les advertía con amor, con corazón puro, con buena conciencia y fe sin hipocresía, acerca de las diversas enseñanzas introducidas por personas que se extraviaban y se perdían en discursos elocuentes, palabras bonitas pero vacías.
- La única preocupación de Pablo era el progreso del evangelio, para que la buena obra que Dios comenzó en Su iglesia pudiera ser completada hasta el día de Cristo Jesús. Sin embargo, hubo algunos que proclamaban a Cristo por envidia y rivalidad, por ambición egoísta, sin sinceridad en sus corazones.
Gálatas 4:16-17; Hechos 20:29-30
- No hay nada más sólido que la verdad misma, y los que están a su lado no temen ataques. El apóstol Pablo, entonces, siempre se basó en la verdad, ¡así yo también quiero ser encontrado hoy! Al volver de su tercer viaje, Pablo ya advertía a los ancianos de Éfeso en Mileto acerca de los “lobos rapaces”, personas con un hablar diferente cuya intención era arrastrar consigo a más hermanos y alejarlos de la palabra profética ministrada por Pablo. Gracias al Señor, la verdad es una base sólida. ¡El Señor ha estado obrando en la iglesia, limpiándonos de toda palabra negativa y muerte, levantando una iglesia de nazareos! La tolerancia por parte de la iglesia en recibir diferentes enseñanzas fue lo que posibilitó, entonces, la entrada de herejías en la época de Juan.
Mateo 4:21-22; Apocalipsis 1:1
- Como en el caso de Pedro, la actividad que realizó Juan cuando fue llamado por el Señor Jesús indicaba su ministerio: Pedro echaba las redes para pescar hombres, y el ministerio de Juan era remendar las redes. Como la iglesia no prestó plena atención a la palabra profética que vino de Pablo y dio lugar a palabras paralelas, hubo una abertura para que se rompieran las redes. Juan, entonces, fue encargado de cerrar esos agujeros, de remendar esas redes.
- Además de las enseñanzas de los judaizantes de Jerusalén y los pensamientos gnósticos que ya competían con la enseñanza ortodoxa de Pablo, Juan tuvo que enfrentar el surgimiento de varias enseñanzas heréticas, como el docetismo – que niega que Jesús vino en carne, afirmando que Su cuerpo no era real y natural de carne – y la enseñanza de Cerinto, uno de los líderes del gnosticismo, que negaba la divinidad de Jesús. Juan entonces, tuvo el trabajo de reafirmar que Jesús es Dios, y que Dios hablaba a través de Sus profetas.
- El ministerio de Juan también tiene el aspecto conclusivo de la revelación divina. El evangelio de Juan es el último de los cuatro evangelios, y sus epístolas son las últimas de la Biblia, y Apocalipsis es el libro que concluye toda la Biblia. El encargo del Espíritu es, más allá de los relatos históricos, presentar el plan de Dios para comunicarse con el hombre por medio de la Palabra para, a través de Su encarnación, vivir humano, muerte y resurrección, dispensar Su vida para la edificación de la iglesia. Las epístolas de Juan también terminan todas las epístolas de la Biblia. Él comienza mostrando a Cristo como la Palabra de vida, que tiene como objetivo introducir a la iglesia en la comunión de la vida divina con el Padre y con Su Hijo. También muestra que el objetivo final de Cristo es tejer un tejido de amor, cuya urdimbre es Dios mismo y Su amor siendo dispensado al hombre, y cuya trama es Su amor manifestado entre los miembros de Su Cuerpo.
- Apocalipsis es la conclusión de toda la Biblia, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo. Toda la Biblia es la revelación de Jesucristo, especialmente el último libro que la concluye. En Apocalipsis, la revelación es dada a conocer no solo por palabras, sino también por medio de señales que contienen un significado espiritual. Revela la culminación de la economía de Dios en la eternidad futura.
Juan 19:25-27; 21:20,24; Marcos 16:1; Mateo 20:20; Lucas 8:3
- Juan era natural de Galilea, del pueblo de Betsaida, en la orilla occidental del Mar de Galilea. Su padre fue Zebedeo y su madre Salomé – quien estaba entre las mujeres que sirvieron al Señor Jesús con sus recursos y estuvieron presentes en Su crucifixión; Juan estaba junto a la cruz y allí recibió el encargo de cuidar a la madre de Jesús.
Marcos 1:19-20; Lucas 5:1-11; Mateo 4:18-22; 17:1-2; Juan 13:23; 20:2; 21:7, 20; 1 Corintios 2:10-15
- Zebedeo probablemente era un pescador y empresario pesquero. Vemos, pues, que la disponibilidad de Santiago y Juan para responder al llamado de Jesús es sumamente significativa, una vez que dejaron el trabajo atrás, también estaban dejando su futuro financiero asegurado por su padre. En Lucas 5 también vemos que Santiago y Juan eran socios de Pedro en la pesca. El evangelio según Juan debió ser escrito en Éfeso, hacia el año 90, posiblemente antes de su exilio en la isla de Patmos, cuando escribió el Apocalipsis. Juan era hermano de Santiago, uno de los doce discípulos y uno de los tres elegidos para presenciar la transfiguración de Jesús. Según su evangelio, él era el discípulo a quien Jesús amaba. Su evangelio se destaca de los primeros tres en algunos aspectos: como el último de los evangelios, él relata lo que fue omitido en los primeros. Mientras los otros tres presentan relatos históricos, Juan presenta el misterio detrás de la historia, permitiéndonos conocer, a través de las revelaciones, las profundidades espirituales.
Ezequiel 1:10; Deuteronomio 32:9-11
- Los cuatro seres vivientes de Ezequiel 1:10 tenían rostros de hombre; a la derecha, de león; a la izquierda, de buey; y también un rostro de águila. El evangelio de Mateo revela a Cristo como león, como Rey del Reino de los Cielos; Marcos presenta al Señor como buey, un Siervo de Dios; Lucas describe al Señor como un hombre, el Salvador-Hombre. El evangelio de Juan, entonces, presenta a Jesús como Dios mismo, siendo representado por la figura de un águila.
Éxodos 19:4; Deuteronomio 32:9; Isaías 57:15; Apocalipsis 4:1
- Los escritos de Juan nos elevan sobre alas de águila para que podamos tener una visión panorámica desde lo alto. El evangelio de Marcos no presenta la genealogía de Jesús porque lo relata como siervo, ¡pero el evangelio de Juan no presenta la genealogía de Jesús porque lo relata como Dios! El pueblo de Israel era la prole de Dios, a quien Él llevó en Sus alas. Hoy, también somos esa prole. Por eso el evangelio de Juan nos lleva a lo Alto, lo Sublime, la eternidad donde mora Dios, donde tendremos una visión panorámica y veremos como Dios ve. En Apocalipsis 4:1, después de las siete cartas a las siete iglesias en Asia, Juan vio una puerta abierta en el cielo y una voz le dijo: “¡Sube acá!” Dios no quiere que miremos las cosas de la tierra, donde hay tanta muerte y distracciones, ¡Él nos quiere llevar hacia arriba, para que veamos las cosas de lo alto y en lo alto!