Palabra ministrada por el hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos, directamente desde el Auditorio de la Iglesia en São Paulo/SP, el 27/08/2023. Texto no revisado por el autor.
Juan 1:1; Apocalipsis 4:1
- El Evangelio de Juan, como todos sus escritos, nos lleva hacia un plano diferente del que estamos acostumbrados a ver en los Evangelios. Dios usó el ministerio de Juan al final del primer siglo, para concluir tanto los libros de los Evangelio, las Epístolas, así como toda la Biblia con el libro de Apocalipsis. Dios necesita llevar a Su iglesia a tener una visión de lo alto. La preocupación de Juan no es llevarnos a ver las cosas de la tierra, sino de lo alto.
- El ministerio de Juan lleva a la iglesia de Dios a ver que hay una puerta abierta en el cielo, y Dios invita a la iglesia: “sube acá”. El Evangelio de Juan es simbolizado por un águila, pues este Evangelio afirma que Jesús es Dios. Dios puede ser representado por un águila, que ve las cosas desde otro plano, desde el cielo – la dimensión espiritual, donde Dios habita. El evangelio de Mateo puede ser presentado por un León, pues habla de la biografía de Jesús como el Rey del Reino de los cielos. Jesús es el León de la Tribu de Judá. El evangelio de Marcos puede ser presentado por un buey o un becerro – Jesús vino para ser siervo, siervo de Dios y siervo de los hombres. Como un siervo, Jesús no reivindica nada para Sí, ni un elogio por lo que hace, solo sabe servir. Por último, el evangelio de Lucas puede ser representado por un hombre, porque Jesús vino como un hombre perfecto y verdadero aquí en la tierra, capaz de realizar la obra de Dios. Dios necesita en la tierra a un hombre que hiciese Su voluntad. Vamos a mirar la Biblia en la dimensión del cielo, de lo alto.
- En las lives de los jueves y las comuniones con los colportores de los sábados por la mañana, hablamos muchas palabras complementarias. Ayer estuvimos en São Miguel Paulista/SP y hablamos un poco sobre el escenario que encontramos en el cielo. Entonces, vamos a hablar un poco sobre el escenario en el cielo y los cuatro seres vivientes. Creo que en la cabeza de todos los cristianos hay preocupación en conocer quiénes son los cuatro seres vivientes encontrados en Ezequiel 1, Apocalipsis 4 y otros capítulos de la Biblia. ¿Son ellos seres angelicales?
Ezequiel 1:5-7; Apocalipsis 1:12-13, 15
- Solo mirando las piernas de los cuatro seres vivientes, encontramos diferencias. Las piernas de ellos eran rectas, pero nosotros tenemos ligamentos y tobillos que se doblan. La planta de los pies de ellos es de un becerro – representa los pies de un siervo, de alguien que sirve. Un servidor casi no se sienta, está siempre de pie. Un mesero que sirve en un restaurante esta siempre de pie. Los cuatro seres vivientes tienen pies de un siervo, están siempre sirviendo – entonces, no son para descansar. ¿Quién tiene los pies que brillaban como el resplandor del bronce bruñido? Jesús, Aquel que había muerto y Dios lo resucitó y lo elevó al cielo (Apocalipsis 1:15). En el cielo están los siete candeleros de oro representando a las iglesias. Jesús se mueve en medio de estos siete candeleros de oro – Él está cuidando de la edificación de las iglesias, está cuidando de hacer la voluntad de Dios hasta encabezar Su iglesia por medio del encabezamiento de Cristo.
- Estos seres vivientes tienen los pies de alguien que sirve y son semejantes a los pies de nuestro Señor. Entonces, estos seres vivientes se refieren a nuestros Señor Jesús, en sus cuatro aspectos: Rey (León), Siervo (Buey), Hombre y Águila (Dios). Los cuatro seres vivientes tienen las cuatro características de nuestro Señor Jesús. Por otro lado, no es solo el Señor Jesús, ellos se refieren a Su iglesia, porque cuando ellos se mueven, algo acontece en la tierra. La iglesia está también en esos cuatro seres vivientes, pero no en su totalidad.
Mateo 28:18; Efesios 1:19-23, 9
- La porción final del Señor Jesús en Mateo 28 dice que Él recibió toda autoridad en el cielo y en la tierra. ¿Por qué? Efesios 1 nos muestra cuando Dios resucitó a Jesús con la supereminente grandeza de Su poder, Él lo elevó al cielo y lo hizo sentarse a Su diestra. Nuestro Señor Jesús hoy está en las regiones celestiales. Todo está bajo los pies de Cristo. ¿Por qué? Para ser Cabeza sobre todas las cosas lo dio a la iglesia.
- Dios dio a Cristo a la iglesia y desea que Cristo sea la Cabeza sobre todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra. Para eso, Cristo necesita la cooperación de la iglesia. Primero, la iglesia necesita estar encabezada por Cristo para cooperar con Él. Los cuatro seres vivientes son el Señor Jesús mismo, pero Él necesita la cooperación de la iglesia.
Mateo 28:19-20; Salmos 110:1; Mateo 16:18; Marcos 16:15-19
- Después de recibir toda autoridad en el cielo y en la tierra, el Señor dijo: “Id”. No es para permanecer parado. Jesús dice: “Tengo pies de siervo y hasta que no termine el servicio, el tiempo no se acaba, no podemos descansar. Ahora es el tiempo de ir”. Por un lado vimos en Efesios 1 que Cristo fue llevado al cielo y está sentado a la diestra de Dios, pero por otro lado, Él tiene una tarea que cumplir: la edificación de la iglesia (Mateo 16:18). Jesús quiere decir: “Yo os llamé y os bauticé para que sean miembros del Cuerpo de Cristo y ahora voy a edificar mi iglesia”.
- Cuando la iglesia sea edificada, no habrá nada que pueda ir en contra de la voluntad de Dios y el encabezamiento de Cristo. Por nuestra obediencia, Dios castigará toda desobediencia. Entonces, nuestro Señor Jesús está empeñado en esto. Él está sentado en el cielo, pero también está comandando la iglesia en esta obra de edificación. ¿Cómo es que ese que está sentado en el cielo está con nosotros hasta la consumación del tiempo? ¿Para qué? Para hacer la voluntad de Dios, para edificar la iglesia. ¿Quién está haciendo este trabajo? Los cuatro seres vivientes, que son Cristo y la iglesia que coopera con Él.
- “Id” es un verbo activo. Id a la calle. Marcos 16 registra que ellos predicaban en todas partes – los colportores están en todas partes, y el Señor cooperaba con ellos. Pues, ¿el Señor no está sentado a la diestra de Dios? ¡Sí! Pero cuando la iglesia actúa, bajo el comando de Cristo, para hacer la obra de Dios, Cristo desciende y coopera con la iglesia en esa obra y confirma la palabra por medio de señales. Hoy hemos tenido esta confirmación de que eso está sucediendo en nuestros días – tantas señales, cosas sobrenaturales, milagros… todo es por la palabra profética.
- Lamentablemente el hombre no entendió la palabra de Dios. En los tiempos de Tiatira ni siquiera había la palabra de Dios y, a pesar de que la palabra de Dios estaba abierta en los tiempos de Sardis, lo que se vio eran palabras bonitas habladas, revelaciones para defenderse. Los cristianos de Sardis no entendieron que cada palabra de Dios es una palabra de comando. Jesús no está hablando contigo para saber si crees que Su palabra es buena o para tener tu aceptación; Cristo, como la Cabeza, está dando voz de comando para que Su iglesia ejecute la obra de Dios. La palabra profética es una palabra de comando para ejecutar la obra de Dios, para hacer la voluntad de Dios, que es encabezar todas las cosas en Cristo.
- Los cuatro seres vivientes son Cristo y la iglesia, pero no es la totalidad de la iglesia. Si consideramos los cristianos contemporáneos a nosotros, es decir, a los que están vivos en la tierra, son millones. ¿Pero están todos en esta lucha? ¿Están todos preocupados por predicar el evangelio del reino? De las siete iglesias del Apocalipsis, las tres primeras ya desaparecieron en la historia y las últimas cuatro aún permanecen en nuestros días hasta que el Señor regrese. Las iglesias en Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea todavía permanecen en nuestros días. Somos de Filadelfia, los trabajadores de la última hora que luchan para traer al Señor de regreso. Todavía están los de Laodicea, los que tuvieron la visión de Filadelfia; sin embargo, convirtieron la palabra que ellos vieron en meras doctrinas y se enorgullecen pensando que saben, pero no saben nada, son tibios. Entonces, de las cuatro iglesias, ¿con quién puede contar el Señor? Dios necesita contar con la iglesia en Filadelfia.
- En nuestra generación, Dios nos ha llamado para ser los trabajadores de la última hora, para ser parte de los cuatro seres vivientes, a fin de hacer la obra de Dios. El Señor está a las puertas. Dios quiere contar contigo. Por eso Juan vino a llevarnos hacia el cielo, a despertarnos para ver cuál es el escenario en el cielo. ¿El cielo está parado? ¿Esta apático? ¡No! El cielo tiene un ritmo fuerte.
Ezequiel 1:1, 4-5, 13-14
- En Ezequiel también hay un cielo abierto para recibir las visiones de Dios. ¡Ese momento ha llegado! El interés de Dios es que veamos lo que sucede en el cielo; y la tierra debe moverse al ritmo del cielo. La visión que Ezequiel vio en el cielo es un viento tempestuoso; por lo tanto, el cielo no está en calma. Vio una nube con un fuego envolvente. Esa nube está en plena actividad de fuego. Ese metal brillante es el electrón que está cargado de energía. El cielo está listo, va a un ritmo frenético. El escenario en el cielo es una escena que está en máxima actividad.
- Durante 19 o 20 siglos, la tierra vivió, en términos de la iglesia, a otro ritmo, casi deteniéndose porque no seguía el ritmo del cielo. En tiempos de Tiatira el fluir de la iglesia prácticamente se detuvo; en el período de Sardis, alguna actividad de los cuatro seres vivientes regresó, ya que había una línea dorada de la gracia de Dios, pero a un ritmo muy lento, casi deteniéndose. Pero gracias a Dios llegó el tiempo de la aurora, llegaron las gotas de rocío, aparecieron adolescentes, jóvenes, preadolescentes y niños – el Señor hizo caer estas bendiciones de la nada. Hasta ayer se habían contabilizado 114 casas de adolescentes y cada semana están surgiendo otras. Muchos adolescentes estaban participando por primera vez en la casa de adolescentes. Los adolescentes están moviendo los troncos (los adultos), están “obligando” a los padres a seguir el ritmo de los cuatro seres vivientes. Ellos están moviendo las familias. ¿Quién hizo este trabajo? El Espíritu.
- El Señor está hablando con nosotros: “como es difícil mover los troncos, los adultos llenos de conceptos y que no tienen la simplicidad de un adolescente, voy a trabajar con los adolescentes y así mover los troncos. Quiero aumentar el ritmo en la tierra”. Nosotros, que hemos estado tanto tiempo parados, no tenemos los pies de un siervo, sino sentados en el sofá viviendo la vida de iglesia tradicional, hemos perdido la flexibilidad y ahora tenemos que saltar un poco. Los adolescentes nos están ayudando a imprimir aquí en la tierra el ritmo del cielo.
- El cielo está en plena actividad: lleno de fuego, relámpagos, voces y truenos – ¿Y nosotros parados en la vida de iglesia convencional? La Tierra necesita seguir el ritmo del cielo ➔ zigzagueando – porque el cielo está lleno de energía, de fuego, un electrón listo para descargar. Pero, lamentablemente, este mundo yace en el maligno, las personas están esclavizadas bajo el imperio de las tinieblas, desesperadas hasta el punto de quitarse la vida. Esto es como el aire alrededor de esa nube llena de energía, una atmósfera totalmente aislante que no está preparada para recibir la descarga eléctrica celestial.
- El Señor necesita hoy cuatro seres vivos bien cargados de energía, porque si nosotros estamos bien cargados de energía, seremos capaces de cambiar esa atmósfera aislante que nos rodea. Cuando sales a predicar el evangelio, con el espíritu ejercitado y sumergido en la palabra, cuando preguntas: “¿Puedo orar por usted?”, la persona ya se lleva una descarga. Pero si abordas a una persona que no está interesada, no hay problema, haz un zigzag: ve a abordar a otra persona. No todos están preparados para recibir una oración, pero hay quienes sí lo están.
Apocalipsis 4:2-5
- ¿Cuál es la primera visión que tienes al ser llevado al cielo? El trono, y él no está vacío. El poder no está vacío, hay alguien sentado ahí. En el universo hay Alguien gobernando: nuestro Dios con Su Hijo Jesús, como el Cordero sentado a la diestra de Dios. Por tanto, toda palabra que viene de Él es una palabra para gobernar, es una palabra de orden, de comando. A través de la influencia de la iglesia en Sardis, los cristianos, estamos acostumbrados a querer escuchar buena doctrina, un dulce mensaje para levantar un poco nuestro espíritu abatido. Sin embargo, terminamos engañándonos cuando pensamos de esa manera, porque la palabra de Dios es una orden para que los cuatro seres vivientes la ejecuten. No tenemos tiempo que perder. Nuestros pies tienen que ser como los de un becerro – vamos a servir, caminemos, salgamos a las calles y prediquemos el evangelio, busquemos personas, cuidemos de ellas y edifiquemos la iglesia.
En el cielo hay veinticuatro ancianos, los cuales son autoridades que ayudan a Dios a ministrar al universo (v. 4). Del trono no salen sólo suaves voces, sino relámpagos, voces y truenos (v. 5). Dios tiene prisa, nosotros debemos tener ese mismo sentido de urgencia. El mundo está en total desorden. Satanás acabó con él, dejándolo lleno de desobediencia y tenemos que predicar el evangelio del reino, no de la manera tradicional, sino con la urgencia de las siete lámparas de fuego, que son los siete Espíritus de Dios. Que podamos seguir el ritmo del cielo, con un sentido de urgencia. El Señor está aquí con nosotros como el Espíritu, el otro Consolador, como los cuatro seres vivientes para hacer la voluntad de Dios, bajo el comando del Señor.
MENSAJE 4
Juan 1:1
- Este “principio” en Juan 1 se refiere a la eternidad pasada y es diferente de la palabra “principio” en Génesis 1, que se refiere al tiempo, cuando Dios creó la tierra; y ese tiempo solo terminará cuando la voluntad de Dios sea hecha, cuando la iglesia coopere con Él para terminar esta era presente y, entonces, los vencedores serán arrebatados al trono de Dios y vendrá la gran tribulación y el final de esta, los vencedores vendrán en la parusía de la venida de Cristo para participar en la última batalla y ayudaremos a encarcelar a Satanás. Entonces comenzará el reino milenario, el reino del Hijo de Dios.
- Sólo que al final del milenio, Satanás será liberado y Dios permitirá que él provoque su última rebelión para que Dios limpie toda desobediencia del universo cuando, entonces, Satanás y estos rebeldes serán arrojados definitivamente al lago de fuego, donde también serán lanzados la muerte y el Hades. Así, al final del milenio, no quedará nada que no esté encabezado por Cristo. Toda desobediencia estará en el lago de fuego. Cristo entonces entregará el reino a Dios Padre, quien recibirá este reino y terminará el tiempo y comenzará la eternidad futura e incluso Cristo estará sujeto a Dios y Dios será todo en todos por los siglos de los siglos.
- En el principio (en la eternidad pasada) Cristo era la Palabra. ¿Por qué? Porque Dios, incluso antes de haber creado todas las cosas, puso en Su mente la intención de crear al hombre: “el hombre hará mi voluntad. Necesito comunicarme con el hombre”. Por eso, Cristo es la Palabra. El Hijo es el medio de comunicación de Dios con el hombre que Él creará. Tanto es así que, entre todas las criaturas, el hombre es el único que se comunica con palabras. Entonces, la palabra es el medio de comunicación para transmitir una idea y los pensamientos. Esto evidencia que Dios quiere comunicarse con el hombre.
- Pero hay una gran diferencia de la palabra como medio de comunicación entre los hombres y la palabra para que Dios se comunique con el hombre: la palabra que hablamos los unos con los otros son palabras como instrumento para transmitir una idea; pero la Palabra de Dios es Cristo. Entonces, cuando la Palabra llega a ti, no sólo te comunica la idea de Dios, sino que llega Cristo mismo. Por eso la palabra profética es tan diferente de otras palabras, porque ella transmite la orden de Dios y a Dios mismo. La inmersión en la Palabra es totalmente diferente a hacer lo mismo con las palabras de un periódico, por ejemplo.
- Los adolescentes están haciendo inmersión en la palabra, transcribiendo los mensajes, predicando el evangelio – ellos están durmiendo y despertando con Dios – y obtienen las mejores calificaciones en la escuela. Ellos están haciendo lo que muchos hermanos adultos no hacen. Conocemos la Biblia mucho mejor que ellos; pero créanme, dentro de unos años los adolescentes estarán al frente de nosotros; porque no sólo reciben la Palabra como doctrina (conocimiento), sino que están dejando que la palabra de Dios sea inculcada en ellos, se les está añadiendo Dios mismo. Cristo está creciendo en ellos. Hagamos lo mismo, sigamos el ritmo de los adolescentes y sumerjámonos en la palabra, prediquemos el evangelio. ¡Esto cambiará nuestra vida!
- “En el principio era la Palabra” ➔ Cristo es la Palabra. “La Palabra estaba con Dios” revela que el Padre y el Hijo coexistían desde la eternidad hacia la eternidad. La Palabra era Dios. Esto es difícil de entender para la mente humana terrenal: ¿Ellos son dos o son uno? Dios es Dios. El Padre y el Hijo coexisten desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, pero también están el uno dentro del otro. Uno vive en el otro. Esto es coinherencia.
Romanos 8:9-11
- El Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo y Cristo habitan en nosotros. Así también habita en nosotros “el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús de los muertos”. Al final del v. 11 dice todavía: “por su Espíritu que mora en vosotros”. Ahora bien, ¿quién habita en nosotros? Dios está en ti, a través de Cristo y del Espíritu.
- Deuteronomio 8 nos muestra que la riqueza de la buena tierra de Canaán es el manantial profundo. Pero esta fuente profunda, si no tiene alguna comunicación con la tierra, no tendrá valor; a menos que contrate a alguien para perforar un pozo artesano. Pero en esta buena tierra, no sólo tenemos el manantial profundo, sino que también tenemos la fuente. La fuente es la comunicación del manantial profundo con la superficie de donde brota el agua. También hay un arroyo de agua – el río que corre. El manantial profundo es como el Padre, la fuente es como el Hijo que es la Palabra, la comunicación con la tierra; y el arroyo es el Espíritu. Dios es tres para poder alcanzarnos, para que Ellos fluyan como agua hasta nosotros.
- Entonces, ¿quién está en usted? El agua. Esta agua que está en el manantial es la misma que está en la fuente y en el río. Ese único Dios está en mí. ¿Por qué tiene esta distinción del Padre, del Hijo y del Espíritu? Es precisamente para que Dios, como el agua, pueda alcanzarnos. Si no tuviera al Hijo, que es la Palabra, el Padre nunca se comunicaría con el hombre. Jesús es la Palabra que se hizo carne, vino aquí a la tierra y abrió el camino para que el hombre lo recibiera. Esa fuente continuó fluyendo porque Jesús se convirtió en el Espíritu.
Juan 14:1-17, 20, 23; 17:11, 20-24
- Desafortunadamente, muchos cristianos interpretan este pasaje como “Jesús fue al cielo para prepararnos un lugar. Jesús está construyendo muchas casas para nosotros”. De ahí, ese concepto erróneo de “mansión celestial”. Pero la “morada” aquí no es eso. Jesús en carne no podía recibir a los discípulos dentro de Él. Pero cuando Él viniera y se fuera, sería capaz de recibirlos. Jesús estaba en Dios y quería llevar a los discípulos a Dios. Entonces, Jesús tuvo que morir primero, de Su costado fluyó sangre y agua, para nuestra redención y así ser engendrado (nacer de nuevo), para poder ser, en Espíritu, colocados por medio de Cristo en Dios. Ésta es la morada, no la mansión celestial. Dios quiere que tú, en Cristo, mores en Dios. Nuestra relación con Dios es siempre por intermedio de Cristo. Todo es a través de Cristo. Él es el camino para llegar al Padre. El Padre y el Hijo son uno, el uno habita en el otro à coinherencia (v. 10).
- Físicamente Jesús no podía estar siempre con los discípulos, pero en Espíritu, sí (v. 16). Jesús está aquí en la forma del Espíritu. Es el Espíritu de Verdad el que nos llena de toda realidad. El Padre está en el Hijo y el Hijo está en el Padre y el Hijo está en el Espíritu y el Espíritu es el Hijo – uno está dentro del otro (v. 17). El deseo de Dios es colocar al hombre en Él (v. 20). Dios quiere morar en nosotros (v. 23). El Padre y el Hijo son uno y Dios desea hacernos uno (17:11). No es una unidad forzada o de amistad; esa unidad es la que Dios desea: colocarnos dentro de la unidad del Dios Triuno. Es una unidad divina y orgánica. La gloria de Dios complementará esta obra de unidad: la glorificación (v. 20-22).
Juan 1:1-3
- En el principio era la Palabra, la Palabra era con Dios (coexistencia), y la Palabra era Dios (coinherencia). Cuando Dios habló, en Génesis 1, “sea la luz” – vemos que le bastó a Dios abrir la boca, la Palabra (Cristo) creó e hizo la obra. Entonces, cuando Dios abre la boca, la palabra que sale es Cristo y la obra es ejecutada. De la misma manera, cuando hacemos inmersión en la palabra, esa palabra que salió de la boca de Dios y vino a nosotros, es para inculcar al mismo Cristo en nuestro corazón y esa palabra tiene poder para transformar a todos. Como iglesia en Filadelfia, estamos aquí para hacer la obra del Señor, conforme a Su palabra de comando; como los cuatro seres vivientes, la iglesia necesita imprimir el ritmo del cielo aquí en la tierra en este final de los tiempos. Dios involucrará a todos en la iglesia para traer al Señor de regreso.