Mens. 04: La Reconstrucción del Templo y de los muros de Jerusalén

Palabra ministrada por el hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos, directamente desde la Conferencia Europea, en Portugal, el 17/12/2023. Texto no revisado por el autor.

 

 

  1. Estamos en medio de una conferencia en Europa, Torres Vedras, Portugal. Teníamos la intención de liberar el cuarto mensajes para la producción del libro “Ejército, Tabernáculo y Buena Tierra”, sin embargo, nos dimos cuenta de que no seríamos capaces de cubrir todos los puntos en el último mensaje, por lo que lo desplegamos en un quinto capítulo, el mensaje número cinco. El libro de Nehemías habla de la desolación de la ciudad de Jerusalén; aunque en aquel tiempo, el templo, que había sido destruido por Nabucodonosor, ya había sido restaurado. ¿Por qué había tal abandono en la ciudad de Jerusalén, a pesar de que el templo había sido restaurado? La respuesta a esta pregunta es el tema de nuestro mensaje y, para responderla, necesitaba explicar el pasado, mostrando cómo el templo había sido destruido y el reino, después de Salomón, dividido en dos.

Nehemías 1:1-5

  1. Este es un momento triste en la historia del pueblo de Dios. Nehemías era copero del rey Artajerjes I, en el año 445 antes de Cristo. Era el vigésimo año del reinado del rey Artajerjes. En ese momento, Nehemías recibió este triste informe. Sucedió en Susa, una de las tres capitales del imperio persa. Después del imperio babilónico, dominó el imperio persa. Nehemías era uno de los exiliados de Judá y se encontraba en Susa sirviendo al rey Artajerjes. En aquella época, el copero del rey no era simplemente el que servía la bebida en una bandeja, sino un hombre de estricta confianza que probaba la comida y la bebida que se servía al rey para evitar que estuviera envenenada. De este modo, el rey confiaba su vida al copero y éste tenía gran influencia en sus decisiones, pues era su consejero. Nehemías tenía un alto cargo de confianza en presencia del emperador y debía disfrutar de tranquilidad y de un muy buen nivel de vida. Sin embargo, estos versículos muestran que Nehemías no estaba preocupado por su buena vida en Susa, sino por el pueblo de Jerusalén. 

Retrospectiva sobre el abandono de Jerusalén

  1. El rey Salomón construyó el templo de Jerusalén siguiendo las instrucciones de su padre. David tenía un fuerte deseo de construir una casa para Dios y Salomón realizó el sueño de su padre construyendo un majestuoso templo en Jerusalén, en el lugar determinado por Dios y donde Él haría morar Su nombre. El rey David preparó todos los materiales y el dinero para la construcción. Salomón se limitó a disfrutar de la buena herencia que le había dado su padre. El reinado de Salomón fue glorioso y Dios lo bendijo grandemente. El Señor se le apareció y, aunque podía haber pedido cualquier cosa, se reivindicó con sabiduría. Dios le honró en nombre de su padre. 

1 Reyes 11:1-7, 9-13

  1. Por desgracia, al final de su vida, Salomón tomó para muchas mujeres extranjeras que pervirtieron su corazón, llevándole a seguir a otros dioses. Fue muy triste ver cómo un reinado glorioso, que tenía todas las características para terminar bien, acabara con Salomón siguiendo a otros dioses. Como resultado, el reino, que había estado bajo el gobierno de Salomón, se dividió en dos durante la época de su hijo Roboam.

1 Reyes 12:13-16; 20-21

  1. El pueblo vino a quejarse con el rey Roboam, para que este aligerara la carga tributaria. En lugar de seguir el consejo de sus ancianos, siguió el consejo de sus jóvenes amigos que lo influenciaron para que aumentara la carga de los impuestos. Así que el pueblo de Israel se rebeló contra Roboam y lo abandonó, convirtiendo a Jeroboam como rey de Israel. La casa de David quedó sólo con la tribu de Judá, a la que se unió la tribu de Benjamín. Las diez tribus siguieron a Jeroboam y las dos tribus, Judá y Benjamín, siguieron a la casa de David. Así, el reino de Israel quedó dividido en dos: el reino de Israel, llamado reino del norte, y el reino de Judá, llamado reino del sur.

1 Reyes 12:21-24

  1. El pueblo de Israel, según el mandato del Señor, tenía que ir a Jerusalén para celebrar las fiestas principales. Sin embargo, Jeroboam temía que el pueblo fuera persuadido a regresar al reino de Judá, cuando bajaran a Jerusalén para celebrarlas. Así que hizo un becerro en Dan y Betel, precisamente para impedir que el pueblo fuera a Jerusalén. Ese es un pecado imperdonable, porque Dios había elegido Jerusalén como único lugar de adoración a Dios. Prácticamente todos los reyes del reino del norte, que no eran del linaje de David, hicieron lo que era malo a los ojos del Señor y trataron de asesinarse unos a otros para apoderarse del reino. Por esta razón, el Señor permitió que el rey de Asiria tomara Samaria, la capital del reino del norte, y la destruyera.

2 Reyes 17:6-8; 24:14

  1. En aquella época, una estrategia utilizada para diseminar una nación, consistía en conquistarla y dispersar a su pueblo entre las ciudades bajo su dominio. El objetivo es acabar con una cultura. El rey de Asiria esparció al reino del norte, las diez tribus de Israel, en las tierras que estaban bajo la posesión de los Medos. El Señor castigó al reino del norte por los malos caminos que habían tomado los reyes de Israel.
  1. Más tarde, en el reino del sur, algunos reyes de Judá anduvieron en el camino del Señor y otros hicieron lo que era malo delante de Él. De esta manera, Dios también permitió que fueran destruidos. Nabucodonosor hizo destruir Jerusalén y envió al pueblo a las tierras extranjeras bajo su dominio. Sólo los pobres permanecieron en Jerusalén, porque no “valía la pena” llevárselos. Esta información es importante para que entendamos el contexto de Nehemías. 

2 Reyes 25:8-9

  1. El templo de Jerusalén y el palacio del rey fueron destruidos, al igual que todas las casas y edificios importantes. Esto sucedió a causa de los reyes que hicieron lo que era malo a los ojos del Señor. Los muros de Jerusalén también fueron derribados. Esta información es muy importante cuando entramos en el libro de Nehemías. La caída de Jerusalén ocurrió en el año 583 antes de Cristo.

Jeremías 25:11; 29:10

  1. ¡Gracias a Dios! El Señor no desiste de Su pueblo. Dios prometió que la servidumbre al rey de Babilonia duraría setenta años. La destrucción de la casa de Dios y de Jerusalén no duraría para siempre. Dios utilizaría a un rey pagano, el rey Ciro. Después de hacer varios cálculos, me di cuenta de que los setenta años no se referían al período entre la destrucción de Jerusalén y el regreso del pueblo, sino al reinado de Babilonia. Cuando terminara el reinado de Babilonia, el pueblo de Dios regresaría a Jerusalén para reconstruir el templo. 

Esdras 1:1-6

  1. Dios encargó a un rey pagano que redactara un decreto para reconstruir la casa del Señor. Dios es poderoso y puede hacerlo. Justo cuando pensábamos que todo estaba perdido, que el pueblo de Israel estaba sin un Estado, sin nación, que ya no había templo, Dios levantó a un rey que no tenía nada que ver con el pueblo de Dios, el rey Ciro de Persia. El hizo un decreto y financió el regreso de los judíos para reconstruir el templo. Millones de ciudadanos de Judá fueron transportados a estos países extranjeros. Se dispersaron, pasaron dos generaciones y el pueblo absorbió la cultura de los gentiles.
  1. De repente, se promulga este decreto: “Quien tenga un cargo y haya sido despertado por el Señor, que regrese a Jerusalén para reconstruir el templo”. No es fácil y es un precio muy alto volver a Jerusalén, porque ya estaban acomodados. Aun así, una minoría regresó para reconstruir el templo. Nosotros también estábamos en esta condición, esparcidos en Babilonia, y el Señor nos llamó a reconstruir el templo y reedificar la iglesia del Señor. No muchos de los millones de personas que fueron esparcidas por todo el imperio babilónico regresaron. Aproximadamente cincuenta mil hombres regresaron.

Esdras 6:14-15; Esdras 3:8; Zacarias 4:4-6

  1. El templo restaurado volvió a funcionar en el año 516 antes de Cristo. El pueblo estaba dirigido por Zorobabel, como gobernador y Jesúa, como sacerdote. Zorobabel era del linaje de David (Mateo 1:12). Jesús descendía de este linaje real. Zorobabel y Jesúa representan la realeza y el sacerdocio. En el libro de Zacarías, capítulo 4, se describe a Zorobabel y Jesúa, donde podemos ver el candelabro con los dos olivos y el suministro automático de aceite que hacía brillar el candelabro. Esta es una visión de la construcción de la casa de Dios.
  1. En aquel tiempo se llevó a cabo la reconstrucción del templo. Al mirar a los judíos que volvieron, ellos no tuvieron a su propia nación como apoyo, no tenían financiación de su propio pueblo, sino que dependían de los reyes de Persia para hacer la obra. La obra necesita dinero y material. Estas personas no tenían la fuerza para realizar la obra y se les oponía la gente que los rodeaba, los samaritanos, la gente que el rey de Asiria había transportado a Samaria. En la época de Zorobabel, ellos ya se enfrentaban a mucha oposición.

Zacarías 4:6-10

  1. Nosotros somos osados. Éramos sólo unas pocas familias en Europa y teníamos poca fuerza. A pesar de ello, construimos este centro de obras. No tenemos millonarios entre nosotros, pero el Señor nos ha capacitado. “No es por fuerza, ni por poder, sino por mi Espíritu, dice el Señor de los ejércitos”. Estamos en los humildes comienzos. Esta obra no es nuestra, sino del Señor. 
  1. Cuando Nehemías recibió la noticia de la desolación de la ciudad de Jerusalén, el templo ya había sido reconstruido. ¿Sabes cuánto tiempo transcurrió entre la reconstrucción del templo y la notificación de Nehemías? Setenta y un años. Es un período muy largo. Algo faltaba. ¿Qué pasaba? Faltaba el gobierno para la ciudad de Jerusalén. Sin gobierno, Jerusalén se convirtió en tierra de nadie y la gente podía entrar y salir libremente, aunque el templo estaba listo. Esto es lo que Dios quiere mostrarnos: falta alguna cosa. La reconstrucción del templo fue una gran victoria para Dios y su pueblo, pero la ciudad de Jerusalén estaba desolada. ¿Qué faltaba? Debemos recordar que el rey de Babilonia llevó cautivo al pueblo de Dios y sólo dejó a los pobres de la tierra. Cuando Zorobabel fue a restaurar el templo y Nehemías a construir los muros de Jerusalén, sólo contaban con los judíos pobres que habían sido dejados. No tenían grandes recursos humanos ni financieros y dependían totalmente del Señor.

Nehemías 1:2-3

  1. Nehemías quiso saber de los judíos que habían escapado, los pobres de la tierra, que no habían sido llevados al exilio. Entonces le dijeron que los muros estaban derribados, las puertas quemadas y el pueblo en gran desprecio. ¿Qué significa esto? Era tierra de nadie, no había gobierno, cualquiera podía ir y venir a su antojo. La casa de Dios debe estar dentro de la esfera del dominio de Dios. Había que restablecer el gobierno. Esto demuestra que no bastaba con reconstruir el templo, el lugar de habitación de Dios entre su pueblo, sino que había que reconstruir los muros, para establecer el gobierno de Dios dentro de la ciudad de Jerusalén.

Apocalipsis 2:20; Apocalipsis 17:3-6 (La Historia de la Iglesia)

  1. Durante toda su historia, la iglesia fue llevada a la ruina en el período que se refiere a la iglesia en Tiatira. Así como Babilonia destruyó la casa y la ciudad de Dios, Jerusalén; en el período de la iglesia en Tiatira, la iglesia fue llevada a la ruina por Babilonia, perdió totalmente el gobierno de Dios y toleró a Jezabel enseñando abominaciones al pueblo. Esta mujer Jezabel, que pretendía ser profetisa, aparece en el capítulo 17 del Apocalipsis con un misterio escrito en su frente: “BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y ABOMINACIONES DE LA TIERRA”. ¿Puede usted relacionar el período de la iglesia en Tiatira con el período del cautiverio babilónico de la iglesia? Este es el cautiverio babilónico que tuvo lugar en la historia de la iglesia durante el período de la iglesia en Tiatira. La iglesia estaba en ruinas, porque no tenía el gobierno y la palabra de Dios, todo era abominación y prostitución espiritual.
  1. Esta situación se había prolongado durante mil años, un siglo. Dios no podía tolerarlo más y se valió de Martín Lutero, en el siglo XVI, para realizar la reforma. Un poco antes, se inventó la imprenta y comenzó la fabricación de papel. Los líderes religiosos de la iglesia tenían miedo de abrir el contenido de la Biblia al pueblo, pero finalmente la Biblia se convirtió en algo público y abierto. Esto sacó a la luz muchas verdades, como la justificación por la fe, una de las grandes luchas de Martín Lutero. Una vez restaurada esta verdad, muchas otras fueron reveladas: las verdades sobre la divinidad, sobre el Dios Triuno, Cristo. Esto sucedió durante el período de la iglesia en Sardis. La restauración de estas verdades equivale a la restauración del templo, pero es como si todavía faltara algo. Incluso en este período, con la Biblia en la mano, después de la restauración de tantas verdades, no vemos una iglesia bajo el gobierno de Dios. 

Apocalipsis 3:1

  1. “Tienes nombre de que vives, pero estás muerto”, es decir, muchas verdades fueron restauradas, tenemos la Biblia abierta, ya no estamos bajo la influencia de Jezabel, pero algo falta y la iglesia no puede avanzar. A pesar de todos estos años desde la reforma, la situación actual sigue siendo una iglesia sin gobierno. Dios necesitaba hacer algo. ¿Qué falta? Vamos a reconstruir los muros. Todas estas iglesias reformadas han adoptado el gobierno episcopal, como ocurrió en el siglo II, cuando los obispos se reúnen y toman decisiones por la iglesia. Además, muchas de ellas tienen un gobierno estatal, donde el estado gobierna sobre la iglesia. El gobierno de la iglesia es de Dios, y Cristo es la cabeza de la iglesia. Surgieron algunas iglesias privadas y algunas defendieron el gobierno presbiteriano.

Nehemías 4:7

  1. Había que restaurar el modelo establecido por Dios en la Biblia. Había que restaurar los muros de la ciudad de Jerusalén y volver a levantar las puertas para restablecer el gobierno de Dios dentro de los límites de los muros, porque a pesar de la construcción del templo, la ciudad seguía siendo muy vulnerable a los pueblos que estaban alrededor. Estos pueblos se enfurecieron cuando vieron que se cerraban las brechas de los muros, porque ellos tenían libre acceso al territorio de Jerusalén. Ellos hacían lo que querían, porque no había gobierno o comando. Dios necesita establecer su gobierno en la iglesia. De lo contrario, los pueblos paganos harán lo que quieran, como en el tiempo de los jueces, donde no había rey y cada uno hacía lo que quería. No es así en la casa de Dios, porque hay comando, dirección y gobierno.

1 Pedro 1:18

  1. La Iglesia es un organismo vivo, cuyos miembros fueron redimidos con la preciosa sangre de Cristo. Este fue el alto precio que Dios pagó para comprarnos de nuevo para Él e introducirnos como miembros en el Cuerpo de Cristo. La Iglesia no es una institución religiosa, donde nuestros nombres han sido enumerados por los hombres, el Señor mismo nos bautizó con el Espíritu como miembros. Este Cuerpo vivo necesita un gobierno vivo y no un gobierno establecido por los hombres. Este gobierno es establecido por Dios, el gobierno de Cristo.

1 Corintios 1:2; Colosenses 1:24; Efesios 1:9-10, 22-23; Colosenses 3:16

  1. La iglesia es de Dios, no pertenece a ningún hombre. Dios es el dueño de la iglesia. Es el Cuerpo de Cristo, no una organización humana, es un instrumento para que Dios haga Su voluntad, que Cristo encabece todas las cosas. En primer lugar, Él debe encabezar la iglesia. Este es el gobierno de la Biblia. Con este fin, Dios dio a Cristo a la iglesia, para que sea su cabeza y para hacer de ella la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Este proceso de Cristo encabezando todas las cosas no es doctrinal, teórico.
  1. ¿Cómo encabeza Cristo a la Iglesia? Llenándola de Cristo hasta la plenitud de Dios. ¿Cómo llenamos la Iglesia de Cristo? A través de la Palabra. Vale la pena inculcar la Palabra, hacer inmersión en ella: “Que la Palabra de Cristo more en abundancia en vosotros”. La Palabra es el medio que tiene Dios para llenar la Iglesia de Cristo, por medio de la gracia, hasta que lleguemos a ser la realidad, la verdad de Cristo. Ese es el gobierno. El gobierno no es abstracto, sino que viene por el encabezamiento de Cristo. La Palabra establece el gobierno de Dios en la iglesia. ¿Quién da dirección a la iglesia? La Palabra. ¿Quién da la revelación de la orden para que la iglesia la ejecute? La Palabra. Cristo encabeza la iglesia llenándola con la palabra, la Palabra de comando. Las naciones y pueblos de la tierra eran libres de entrar a Jerusalén; esa es la realidad de Sardis, cualquiera podía entrar a la iglesia y hablar mensajes bonitos, como si fuera la dirección de Dios. No es así cuando hay gobierno de Dios, por el comando de la palabra, no es cualquiera el que entra en la ciudad de Jerusalén y dicta reglas. Por eso el enemigo ataca tanto la palabra profética. Pero, ella no viene de un hombre. El hombre no es capaz de realizar la obra de Dios. Es por medio de la Palabra que Dios realiza operaciones en la iglesia, da dirección, da comando y realiza la obra. 

Efesios 4:11-12

  1. Para llenar la iglesia, Cristo dio apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros para perfeccionar a los santos para la edificación de la iglesia, a fin de producir este tejido de amor, un cuerpo bien entrelazado, ajustado y consolidado, creciendo en el amor de Dios, para la edificación del santuario dedicado al Señor. Esto es lo que el Señor está haciendo bajo el comando y el gobierno que viene a través de la Palabra. La iglesia nació en el día de Pentecostés y el apóstol Pedro fue nombrado su líder. La iglesia tiene liderazgo, tiene gobierno, tiene comando. Jesucristo murió, resucitó y ascendió al cielo, dejando a los doce apóstoles al cuidado de la iglesia. Cuando el apóstol Pedro se levantó con los once, al abrir su boca, hablaba palabras de comando y dirección. Esto es lo que vemos en el libro de los Hechos. Si no fuese por el hablar del apóstol Pedro, no hubiese existido dirección ni comando. ¡Gracias a Dios! Hubo dirección y comando. La iglesia tiene un comando.

1 Corintios 12:28

  1. Más tarde, Dios levantó al apóstol Pablo para poder llegar a los gentiles, liderando la iglesia con comando, dirección y gobierno. Dios le dio a la iglesia, en primer lugar, a los apóstoles. El liderazgo es para el gobierno. Los apóstoles son la autoridad delegada de Dios y Cristo gobierna a través de la Palabra. Ustedes no saben lo difícil que es para repetir las mismas cosas. La gente cree que hablo por mismo. No hablo por mí, sino para establecer el gobierno de Dios en la Iglesia. No hablo a mi favor. Pero necesitamos dirección y comando para avanzar. Así es como trabaja Dios.

Efesios 3:2; Tito 1:5

  1. Pablo era el dispensador de la gracia y Dios le encomendó ser este canal. A medida que Pablo dispensaba la gracia, esa palabra ordenaba a la iglesia y la gobernaba, suministrándole vida y haciendo que la obra de Dios se llevara a cabo. No seamos tan abstractos. Dios gobierna a través de la palabra y de los apóstoles que utiliza. El apóstol Pablo difundió fielmente el Evangelio en cuatro grandes viajes y, en todos ellos, levantó iglesias en cada ciudad. En ellas, Pablo constituyó ancianos para pastorear el rebaño de Dios. Predicó el Evangelio, levantó iglesias, nombró ancianos, obispos (supervisores), para pastorear el rebaño de Dios.

Hechos 20:28-32

  1. El rebaño de Dios no pertenece a los ancianos. Fue Cristo quien lo compró con su sangre. Nosotros cuidamos el rebaño de Dios para Cristo. Él está al mando y lo gobierna. Los lobos rapaces sólo se preocupan por su propio interés y quieren lograr su objetivo personal, no les preocupa el bienestar y la salud del rebaño. Todos quieren popularidad, pero la iglesia no funciona así. La iglesia es de Dios y fue comprada por la sangre de Cristo. Los ancianos necesitan estar vigilantes y Pablo los encomendó al Señor y a la palabra.
  1. Algunos dicen que los apóstoles levantan ancianos y luego ya no interfieren en los asuntos de una iglesia en determinada ciudad. Esto es mentira. Él confió los ancianos al Señor y a la palabra de su gracia. ¿De dónde viene la palabra? De los apóstoles. No existe el aislamiento de una iglesia. El Cuerpo de Cristo no está formado por una iglesia local, sino por todas las iglesias que tienen una dirección y un comando. Somos como las doce tribus de Israel y seguimos la nube y una dirección, de una trompeta. Este gobierno le faltaba a la iglesia en Sardis. Por eso hay toda esta confusión. Dios quiere restaurar el gobierno de la iglesia en Filadelfia. 
  1. Andrew Muller, un hombre que admiro mucho, escribió el libro “Historia de la Iglesia” en los 1800s y se dio cuenta que el gran secreto de la iglesia en Filadelfia, siendo usada por Dios para cerrar esta era a su fin, es que los tesoros de la palabra profética fueron abiertos, porque es la palabra la que gobierna y da dirección a la iglesia. Esto es lo que Satanás está tratando de destruir. No hablo en favor mío. Puedo ser yo, puedo no ser yo. En todos los tiempos, si Dios quiere restaurar Su gobierno, tiene que restaurarlo.

2 Corintios 10:8; 13:10; 1 Timoteo 1:3

  1. ¿Pablo ya no tenía autoridad en la iglesia de Corinto? ¿Levantó ancianos y ya no tuvo nada que ver con esa iglesia? ¿Podía irse? No es así. El apóstol tiene autoridad para edificar, no para destruir. ¿Podía o no interferir con la iglesia de Corinto? Podía, porque tenía autoridad. ¿Podía interferir en la iglesia de Éfeso? ¿Cómo puede Pablo enviar a Timoteo a nuestra iglesia para advertirnos y amonestarnos de que no hablemos diferente de lo que él ha estado diciendo? ¿Es un tirano? ¿Tenía Pablo derecho o no? Tenía ese derecho para edificación. Nosotros somos un sólo pueblo y tenemos una dirección y gobierno. Aunque hay un gobierno local que se encarga de los asuntos administrativos locales, tenemos una dirección y un comando de la nube. Esta es la orden del Señor a través de Moisés. Nosotros somos un sólo Cuerpo y un sólo Ejército. 

Filipenses 1:15-17; Galatas 4:15-16

  1. A causa de su fidelidad, Pablo sufrió una fuerte oposición por parte de los que predicaban a Cristo por envidia y rivalidad, de los que querían competir con él por envidia, rivalidad y ambición egoísta, sin sinceridad (KJA). En su primer viaje, los gálatas amaban tanto a Pablo y apreciaban tanto su palabra que querían sacarse sus propios ojos para sanarlo. Sin embargo, en su segundo viaje, las cosas cambiaron: hubo quienes empezaron a hablar negativamente. Pablo no cambió, porque siguió predicando fielmente la verdad del Señor. De repente, se convirtió en un enemigo un villano, un hombre malvado. El enemigo quiere derribar el canal por donde viene la Palabra. Ustedes no imaginan por lo que Pablo pasó.

2 Corintios 6:8

  1. Pablo era honrado en Galacia y de repente fue deshonrado, a pesar de que continuó hablando la verdad. Por las palabras negativas de sus opositores, él se había convertido en un hombre malo y los hermanos empezaron a tratarle con deshonra. Fue recibido con una buena reputación y de repente fue recibido con una mala reputación. Muchos decían que Pablo era un engañador, como si quisiera hacer las cosas por interés propio. Pablo era veraz y predicaba la verdad, pero se le consideraba un embustero. ¿Por qué? Porque el enemigo quiere derrumbar el gobierno de Dios, derribando el hablar profético. 

Numeros 9; Juan 6:29; Juan 14:10

  1. Así como Dios daba orden a las doce tribus de Israel a través de Moisés, usa a los apóstoles para dar dirección a la iglesia. Por eso, el enemigo de Dios quiere destruir el canal que Dios ha establecido para ello. La obra de Dios es realizada cuando la iglesia cree en la palabra ministrada por el enviado: “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que fue enviado por Él”. El profeta de Dios no habla por mismo, sino que Dios realiza su obra cuando la palabra es profetizada. La palabra de Dios hace Su obra, pero esa palabra es dicha por un hombre. Todos los ataques son contra ese hombre porque, si consigue derribarlo, Dios no puede hacer su obra. Tenemos que levantar los muros. La importancia de los muros es establecer un límite, en la que Cristo es la cabeza, donde el Espíritu ejerce Su autoridad por la palabra de Dios y por medio de los apóstoles. La iglesia es la realidad del reino de los cielos, donde el cielo gobierna.
  1. Además del liderazgo de los apóstoles a través de la Palabra, hay en la Biblia un modelo de la práctica de la iglesia en cada ciudad, Jerusalén, Antioquía, Éfeso. No importa el tamaño de la ciudad o el número de cristianos que haya en ella, la iglesia está formada por todos los que han creído en Jesús y han sido acogidos por el Espíritu Santo en el Cuerpo de Cristo y viven en esa ciudad. Sin embargo, esa ciudad no es el Cuerpo, no es autónoma. La iglesia de Éfeso está formada por los que viven en esa ciudad, pero pueden trasladarse a otra. Todos estamos en el Cuerpo de Cristo y no importa en qué esté. Usted puede estar en Europa y yo en Brasil, pero estamos en el mismo Cuerpo. Yo no pertenezco a una ciudad, pertenezco al Cuerpo de Cristo. Si estoy en una ciudad, debo vivir la vida de la iglesia en esa ciudad siguiendo la dirección del Espíritu.

Hechos 2:42; 1 Juan 1:3.

  1. La iglesia de Jerusalén perseveraba en la comunión y la enseñanza de los apóstoles, que es lo que nos lleva a tener comunión con todas las iglesias. Si aíslo una iglesia, a pesar de ser miembro del Cuerpo de Cristo, ya no tengo vínculo con las demás iglesias, cesa la comunión en la enseñanza de los apóstoles. Juan, como apóstol, tenía la obligación de anunciar lo que se le había encomendado. ¿Qué anunció Juan? La Palabra de Vida. La Palabra que Juan anunció tuvo un efecto: produjo comunión. La comunión la establecen los apóstoles. El apóstol no es un mediador, como algunos me han acusado de ser, sino que es lo que une a las iglesias. La comunión procede de los apóstoles.                                                                                                                                                                                                        
  2. La comunión se produce a través de la enseñanza de los apóstoles. El apóstol no es la fuente, sino que nuestra comunión es con el Padre y su Hijo, Jesucristo. El enemigo quiere destruir el vínculo de estar bajo una comunión, dirección y gobierno, que produce la edificación del tabernáculo, la iglesia y lucha por establecer el reino de Dios en la tierra. ¿Cómo vamos a establecer el reino si estamos divididos? ¿Cómo vamos a luchar? No estamos divididos. Somos un Cuerpo, un ejército, un pueblo y vamos a construir la iglesia, traer al Señor de vuelta y establecer el reino de Dios aquí en la tierra.

¡Jesús es el Señor!

 

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