Palabra ministrada por el Hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos, directamente desde el auditorio de la Iglesia en São Paulo, el 01/09/2024. Texto no revisado por el autor.
Te animamos a ver el mensaje completo en el canal de Youtube del IVPT.
1.En el último mensaje hablamos de una lucha entre dos reinos: el reino del Señor, en el cual reina la vida, y el reino de Satanás, en el cual reina la muerte. Satanás usa el mundo y la concupiscencia que hay en el mundo para vencer a la Iglesia, y desafortunadamente, en la historia de la Iglesia, hemos tenido diecinueve siglos de degradación. Pero ahora estamos en la última hora, ¡ya no hay manera de equivocarse!
2.El enemigo usa la mentira para alcanzarnos, derrotarnos y desanimarnos. ¡Pero tenemos la verdad! Dios está edificando un ejército de jóvenes santos, una generación resiliente, que no cae por cualquier motivo. Estamos activos, firmes y llenos de fortaleza debido a la comunión de la vida. Esta comunión es nuestra protección, porque nos santifica con la verdad. Todos estamos siendo llenados con la verdad, que es Cristo mismo.
3.En cuanto a la unción, es importante saber que el Señor nos ha dado Su Espíritu, que es Él mismo después de Su muerte y resurrección. Este Espíritu de Verdad, que está en nuestro espíritu humano, tiene la función de ungirnos. Cada vez que obedecemos la Palabra y andamos según la dirección del Señor, somos ungidos por ese Espíritu.
1 Juan 2:27; Éxodo 30:23-25; Juan 7:37-39; Génesis 1:2
4.Esta unción es como el aceite sagrado de Éxodo 30, en el que se añaden cuatro especias a un hin de aceite de oliva. En la Biblia, el aceite de oliva tipifica el Espíritu de Dios. Aunque en Juan 7 el Espíritu de Dios ya existía, el versículo dice que aún no había sido dado. De hecho, el Espíritu de Dios se menciona desde Génesis 1, cuando se movía sobre las aguas de la tierra desordenada y vacía. Sin embargo, para que Dios pudiera ayudar al hombre, este Espíritu necesitaba añadir cuatro especias. Estas cuatro especias son: mirra excelente, canela aromática, cálamo aromático y casia.
5.En aquella época, la mirra se utilizaba para embalsamar a los muertos, para evitar su descomposición. La canela aromática, a su vez, también se utilizaba para la conservación, ya que tenía el potencial de expulsar bacterias. El cálamo aromático, en cambio, es una planta que crece en un pantano, un lugar que no parece dar vida; es una vida que sale de la muerte, que representa la resurrección de Cristo, la vida de resurrección. Por último, la casia es la corteza de un árbol que tiene un olor muy fuerte, siendo un repelente de insectos.
Juan 7:37-39
6.Todo esto se refiere a la muerte y resurrección de Cristo, que añadió los siguientes elementos al Espíritu de Dios: la muerte de Cristo, el poder de ella, Su resurrección y el poder de esa resurrección. Por lo tanto, en Juan 7 leemos que este Espíritu no fue dado hasta que Cristo fue glorificado.
7.Hoy en día, las cuatro especias ya fueron añadidas al Espíritu de Dios, y así tenemos el Espíritu, que fue especialmente preparado para el hombre, hecho de acuerdo con su necesidad. Nosotros recibimos el Espíritu como la unción. Cuando creemos en el Señor Jesús, la unción, como Espíritu, entra en nosotros. Ahora, de nuestro interior fluyen ríos de agua viva. Por lo tanto, somos capaces de enfrentar cualquier situación, pues tenemos la muerte de Cristo, la eficacia de la muerte, la resurrección de Cristo y el poder de la resurrección. Cuando somos oprimidos y abatidos por el enemigo, tenemos el poder de la muerte y resurrección de Cristo, y la unción que nos da resiliencia. Somos resilientes, resistentes, y el enemigo no consigue vencernos.
1 Juan 2:27
8.Cada vez que servimos al Señor necesitamos esta unción, así como todos los utensilios del tabernáculo y todos los sacerdotes necesitaban ser ungidos. Cuando servimos al Señor de acuerdo con Su voluntad, sentimos que la unción fluye dentro de nosotros, pues tenemos Su aprobación.
1 Timoteo 1:18-20
9.Esta es la manera de saber si estamos agradando al Señor: la sensación de paz, gozo y aprobación del Señor que viene a través de la unción. Pero cada vez que nos damos cuenta de que no hay más unción, necesitamos detenernos inmediatamente para ver qué es lo que está mal. La unción no es falsa, por lo que debemos respetarla. Algunos, porque no mantienen la sensibilidad a la unción, no mantienen la fe y rechazan la buena conciencia, terminan naufragando en la fe.
1 Timoteo 4:1-2
10.Naufragar en la fe es rechazar la advertencia de la unción. Debemos ser sensibles para que nuestra conciencia no quede cauterizada por la violación repetida del aviso de la unción. Con una conciencia cauterizada, perdemos la buena conciencia y el resultado es naufragar en la fe. Para mantener una buena conciencia, debemos ser sensibles a la advertencia de la unción. Mantengamos la buena conciencia, siendo sensibles y atentos a la advertencia de la unción.
11.Cuando alguien insiste en desobedecer la unción, ella se retira y la persona actúa por cuenta propia, sin que la unción lo guíe. No queremos vivir así, ya que algunos tratan de mantener las apariencias de piedad, pero la presencia del Señor ya se ha retirado. No hay nada peor que vivir sin la presencia del Señor.
12.En Éxodo 33, cuando el pueblo de Israel adoró al becerro de oro, Dios estaba tan enojado con ellos que quería impedirles entrar en la tierra de Canaán. Moisés tocó el corazón de Dios para que el pueblo entrara en la tierra, recordándole su pacto con Abraham, Isaac y Jacob, pero aun así Dios no quería conducirlos a la buena tierra. El Señor enviaría un ángel para hacer esto, pero Moisés dijo: “Si Tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí”. A lo que el Señor respondió: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. No hay nada mejor que la presencia del Señor, que servir teniendo descanso. Servir al Señor requiere mucho trabajo, pero si tenemos la presencia del Señor, servirle a Él será un descanso. Necesitamos aprender a trabajar en el descanso.
Romanos 8:9-11
13.Romanos 8 revela que habitan en nosotros el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, Cristo mismo y el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús. Pero el Espíritu es uno solo. La Trinidad trabaja para traernos al Padre que habita en la luz inaccesible, que es el manantial profundo, al que nadie puede acceder. Tenemos acceso a Él a través de Cristo como la fuente, y el Espíritu como la corriente. Lo que está en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu es agua; es la misma agua, es una sola Persona. ¡El Dios triuno habita en nosotros!
Juan 3:5-8, Juan 1:12; 1 Juan 2:27
14.Cristo está en nosotros como el Espíritu, sin embargo, Juan nos dice que necesitamos permanecer en Él. Para entender esto, recordemos que estamos hechos de tres partes: cuerpo, alma y espíritu. El día que creemos en Jesús, nuestro espíritu nació de nuevo, y nosotros nacimos del Espíritu. El Espíritu de Dios ha venido a morar en nuestro espíritu humano. Sin embargo, todavía tenemos dos partes más: el cuerpo y el alma. Nuestra alma, aunque creemos en Jesús, ha sido poco transformada; permaneció prácticamente intacta, tal y como estaba antes de que creyéramos. Por lo tanto, el propósito de la unción en nuestro espíritu es transformar nuestra alma. Por lo tanto, vemos que el Espíritu de Dios ya permanece en nuestro espíritu, pero necesitamos recibir el Espíritu de Dios en nuestra alma. Esa es la necesidad de permanecer en Él.
Romanos 8:6-8, 12-14
15.El comando para permanecer en Cristo está en nuestra alma, viene de nuestra mente. La mente puesta en la carne trae la muerte como resultado. Pero la mente puesta en el Espíritu nos trae vida y paz. Por lo tanto, nuestra mente es como una llave, que podemos girar hacia un lado o hacia el otro, ella comanda a nuestra alma, es la parte principal de ella. La mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios. Los que están en la carne no pueden agradar a Dios, y la unción cesa de actuar en los que no le agradan a Él.
2 Corintios 5:6-10
16.¡Queremos seguir la unción, queremos agradar a Dios! Pablo hubiera preferido estar con el Señor, pero, por los hermanos, todavía era necesario que él permaneciera en la carne. Vivo o muerto, Pablo quería agradar al Señor. Nuestras vidas son para agradar al Señor, no para hacer nuestra voluntad. Cuando agradamos al Señor, la unción nos trae Su presencia.
Romanos 12:2; Efesios 5:26-27; Juan 17:17
17.Sin embargo, para agradar al Señor, nuestra alma necesita ser transformada, porque sufrió mucho con la caída del hombre. Entró el pecado y con él también entró la muerte, vivíamos en la vanidad de los pensamientos, carentes de la verdad de Dios. Gracias a Dios recibimos la unción en nuestro espíritu, pero Dios quiere que este Espíritu también invada nuestra alma, para que ella pueda ser transformada a partir de la renovación de nuestra mente. Nuestras almas necesitan el lavamiento del agua por la Palabra para que sea transformada, para eliminar los elementos del viejo hombre, como la mentira y la falsedad, y para santificarnos llenándonos de la verdad. Dios está transformando nuestra alma a través de la Palabra, que nos santifica por la verdad, que es Cristo.
Efesios 3:17-18
18.Cristo ya habita en nuestro espíritu, pero necesitamos invitarlo a entraren nuestro corazón, que tiene una parte del espíritu, la conciencia y todas las partes de nuestra alma: mente, voluntad y emoción. No lo dejemos como un huésped en nuestro espíritu, invitémoslo a entrar en nuestra alma, en nuestra persona, en nuestra personalidad. A través de Su habitar, Cristo nos está llenando de Sí mismo, que es la verdad. Él nos está dando consistencia. Ser tomados de la plenitud de Dios es la transformación de nuestra alma.
2 Corintios 3:17-18, 7-11
19.Moisés era el único que hablaba con Dios cara a cara, y la gloria de Dios llenaba su rostro. Pero esa gloria se desvanecía con el tiempo, y Moisés necesitaba regresar a la presencia del Señor para volver a tener la gloria. ¡Pero la gloria del nuevo pacto no se desvanece! Estamos involucrados con el ministerio del Espíritu. Esta gloria es mucho mayor que la del Antiguo Testamento, porque es permanente. La unción que está en nuestro espíritu quiere que recibamos a Cristo en nuestros corazones para que Él pueda morar y permanecer allí. ¡Que podamos permanecer en Cristo y Él permanezca en nosotros!
1 Pedro 1:5-7; 1 Pedro 4:12
20.La salvación preparada para revelarse en el último tiempo es la salvación de nuestra alma. Nuestro espíritu ya fue salvo cuando creímos en Jesús. Por lo tanto, este tiempo que tenemo aquí en la tierra es para que Dios pueda transformar nuestra alma. Por lo tanto, Juan nos advierte que no nos sorprendamos por el fuego ardiente que se levanta en medio de nosotros, como si algo extraordinario nos estuviera sucediendo. La prueba es para aprobarnos, para transformar nuestra alma.
1 Juan 2:28
21.Permanecer en Él es permanecer en la Palabra de vida anunciada por el Apóstol Juan, que es Cristo, la vida eterna misma. Esta vida eterna, que es la Palabra, nos hace permanecer en la comunión de vida con el Padre y con su Hijo, Jesucristo, que es promovida por la Palabra del apóstol.
Efesios 4:15-16
22.La comunión de vida es como la circulación de la sangre en un organismo vivo. Así como no hay vida en un cadáver, nosotros no estamos en una religión muerta. Es la Palabra la que promueve esta circulación de vida. Por eso necesitamos sumergirnos en la palabra profética, hablando unos a otros, promoviendo la comunión de vida. La Palabra es el vehículo para traer la vida eterna a todos los miembros del Cuerpo de Cristo, así como la sangre es un vehículo para llevar nutrientes y oxígeno a todas las células del cuerpo. De esta manera, en la comunión de vida, todos están conectados a la Cabeza, Cristo, que nos suple con la verdad en amor por medio de la Palabra. E incluso con la ayuda de todo el Cuerpo, de cada coyuntura y de cada parte, el Cuerpo es edificado en amor.
Efesios 5:18-19; Colosenses 3:16
23.Cuando los miembros del Cuerpo hablan entre sí la Palabra anunciada por el apóstol, son llenos del Espíritu. Siempre podemos vivir llenos del Espíritu, a través del hablar entre nosotros, y la inmersión nos ayuda a hacer la circulación de vida. Ya no necesitamos del vino del mundo para tener una alegría transitoria. ¡Podemos vivir siempre llenos del Espíritu, llenos de la Verdad, y nuestra alma está siendo transformada!
Deuteronomio 6:6-7; Gálatas 3:21, 23-24
24.El deseo de Dios para Su pueblo desde el principio era llenarlo de la verdad. Leemos esto en Deuteronomio 6, cuando Dios les dijo que las palabras que Él ordena debían estar en sus corazones, y ellos, a su vez, deben inculcarlas a sus hijos en cada oportunidad. Sin embargo, la realidad de esto solo llegaría con la venida de Cristo, porque la ley no tiene la capacidad de dar vida, promoviendo la comunión de vida. La ley fue enviada para guardar al pueblo de Dios y entregarlo a Cristo cuando viniese. La ley servía como un ayo para conducir al pueblo a Cristo. Cuando Cristo murió y resucitó, la Iglesia fue generada como Su Cuerpo, un organismo vivo que funciona a través de la circulación de la vida, la cual sucede a través de la Palabra inculcada en los miembros.
Juan 15:1; Mateo 13:19, 8, 23
25.En Juan 15, Jesús usó la parábola de la vid verdadera con los pámpanos para mostrar cómo funciona la comunión de la vida. El padre es el agricultor (del griego georgos, que significa “trabajador de la tierra”, “labrador del suelo”) y también es el dueño de la viña. En Mateo 13, la semilla es la palabra del reino y la tierra es el corazón del hombre. Dios necesita a alguien para sembrar la Palabra del reino en el corazón del hombre. Una buena tierra es aquella que oye la Palabra, la entiende y produce al ciento, al sesenta y al treinta por uno.
26.Jesús dijo: “Yo soy la vid verdadera”. La verdadera vid representa el reino de los cielos, que es la Iglesia, un organismo vivo, el Cuerpo de Cristo. Dios no creó una religión ni nos colocó en una institución religiosa. Dios nos ha colocado en una vid, en un organismo vivo que está dando fruto. La semilla del reino crece y, en consecuencia, también crece esta vid.
Juan 15:2-3; Hebreos 4:2; Juan 13:10-11
27.Para que la Palabra nos limpie, necesita estar acompañada por la fe. De los doce discípulos, no todos estaban limpios. Vemos que todos escucharon la misma Palabra, pero Judas, el traidor, no la escuchó con fe y no aprovechó la Palabra que oyó. Necesitamos aprovechar cada Palabra, oyéndola con fe.
Juan 15:4, 7
28.El secreto para crecer y dar fruto es permanecer en el Señor y que el Señor permanezca en nosotros, porque los pámpanos no pueden dar fruto si no permanecen en la vid. De modo que nosotros tampoco podemos dar fruto si no permanecemos en el Señor. Todo es cuestión de permanecer en el Señor. Y para permanecer en el Señor necesitamos guardar la Palabra, inculcándola, haciendo que Cristo habite en nuestros corazones.
Juan 15:6; 1 Tesalonicenses 3:12-13
29.“Ser echado fuera”, en este versículo, no es la perdición eterna, sino que significa ser excluido de la comunión de vida. Es un castigo dispensacional: quien no esté en la comunión de vida quedará fuera del reino milenial. ¡Así que permanezcamos en el Señor a través de la Palabra! De esa manera tendremos confianza cuando Él regrese. No tendremos que huir de la presencia del Señor, avergonzados, porque el Señor nos habrá transformado.
2 Corintios 5:9-10
30.Lo importante es tratar siempre de agradar a nuestro Señor, ya sea en la vida o en la muerte, porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo para recibir a cada uno según el bien o mal que haya hecho por medio del cuerpo.
1 Juan 2:29
31.Dios es justo, y todo el que hace justicia es nacido de Él. ¡No se trata de comportamiento, sino de la genética de Dios! No se trata de imitar al Dios justo y santo. No podremos lograr esto por medio del comportamiento, porque es una cuestión de genética divina; Dios es justo y nosotros somos como Aquel que nos engendró. Por lo tanto, como pámpanos de la vid o como miembros del Cuerpo de Cristo, compartimos la vida eterna que fluye en la comunión de ella, la vida del Dios justo. Es una cuestión de vida: ¡la vida de Dios nos llevará a vivir una vida de amor, a predicar el Evangelio y a traer de vuelta al Señor!