Mens. 19: La Cura por la Palabra

Palabra ministrada por el hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos, directamente desde Boston, Massachusetts, Estados Unidos el 15/10/2023. Texto no revisado por el autor.

 

 

 

 

Juan 4:39-42; Isaías 55:10-11

  1. A través de la experiencia de la mujer samaritana, podemos ver el poder del testimonio. La mujer dijo todo lo que Jesús le habló. Nuestros adolescentes han experimentado esto y están dando testimonio de lo que la palabra hace en sus vidas. No una historia, doctrina o teología, sino un testimonio. El poder de la palabra es el testimonio. Necesitamos tener experiencias vivas con la palabra. Así, cuando salimos a las calles, esa palabra produce un testimonio en las personas. La palabra de Jesús produce fe.
  1. Los adolescentes han establecido un buen modelo para nosotros tomando seriamente lo que el Señor habla. Necesitamos tener una transformación de vida producida por la palabra. Este es el mismo principio de “¡Ven y ve!” Dios quiere producir aquellos que dan testimonio el cual viene por la palabra. Predicamos lo que la transformación de la palabra produce en nosotros. Esa fue la experiencia de la mujer samaritana, que dio testimonio y una ciudad entera fue hasta el Señor.
  1. En la ciudad querían que Jesús permaneciera más tiempo con ellos. Eso es aprecio por la palabra. Entendieron que la palabra les trajo vida y alegría para ellos. Cuando valoramos la palabra, Jesús permanece con nosotros, pero cuando no lo hacemos, el Señor no se queda mucho tiempo. El amor reverente por la palabra trae la bendición, que es la presencia del Señor. Muchos creyeron en la palabra porque Jesús permaneció más tiempo en esa región. La avidez por la palabra trae mucha bendición. La obra de Dios es hecha por la palabra.                                                                                                                                                 
  2. La palabra que sale de la boca de Dios hace la obra de Dios. Cada palabra que Dios habla en cada momento es para hacer Su obra. En la historia de la Iglesia vemos que hubo mucho tiempo de degradación y que Dios trajo la reforma con Martín Lutero. Inició entonces el tiempo de Sardis. La Biblia estaba abierta, y algunas verdades bíblicas fueron restauradas. Sin embargo, según Andrew Miller, vemos que algunas verdades se perdieron. Durante este tiempo de la Iglesia en Sardis, muchas enseñanzas y doctrinas fueron producidas, al igual que el hábito de discutir por doctrinas y teologías. Se perdió el sentido de que la palabra que sale de la boca de Dios es la que hace Su obra. La palabra no es para ser acumulada o ser repertorio de predicaciones. La Iglesia necesita hacer la voluntad de Dios y para hacerlo necesita escuchar la palabra que viene de la boca de Dios. Necesitamos oír lo que el Señor habla hoy. La palabra que sale de la boca de Dios es viva y da dirección a la Iglesia. El secreto de la Iglesia en Filadelfia es que los tesoros de la palabra profética han sido revelados a ella. La obra de Dios ha avanzado mucho en estos años gracias a la palabra profética. La palabra profética no viene de un hombre, sino que Dios usa un hombre. Ningún hombre por sí mismo es capaz de hacer la voluntad de Dios. Lo máximo que hacemos en nosotros mismos es hacer como la obra de Caín: él ofreció lo mejor que pudo, pero no de acuerdo con el camino de Dios. A Dios le desagrada cuando actuamos de acuerdo con nuestra voluntad, fuera de Sus caminos.

Mateo 18:1-3; Filipenses 2:5-8

  1. Lo que está en la cabeza de un adulto es tratar de entender quién es el mayor, su posición. Desgraciadamente, en los 20 siglos de historia de la Iglesia, vemos a muchos queriendo escalar posiciones. Necesitamos aprender el camino de Jesús: se humilló y se despojó a sí mismo. Jesús no vino queriendo ser el más grande, sino el menor. Él se humilló y no buscó posición para Si. Jesús vino a hacer la voluntad de Dios. Jesús buscó ser el menor para servir. Ese fue el camino que Jesús escogió, que es lo opuesto al camino de Lucifer. Estamos en la era de Filadelfia, así que aprendamos de Jesús.

Juan 4:43; Lucas 4:16-30; Mateo 13:53-58; Marcos 6:1-6

  1. Como los samaritanos tenían mucha sed por la palabra, Jesús permaneció allí. Jesús estaba partiendo de Judea hacia Galilea y tenía que pasar por Samaria. En Judea estaba la competencia de Juan el Bautista: la obra de Dios no es una competencia. Aunque regresó a Galilea, no fue a Nazaret. Jesús no era estimado en Nazaret. La familia y los padres de Jesús eran de Nazaret, Jesús nació en Belén pero se crio en Nazaret. Vemos aquí que Jesús no hizo muchos milagros en Nazaret debido a la incredulidad de los que allí estaban. Necesitamos creer con simplicidad en la palabra y entonces ella hará la obra de Dios. El Señor logra hacer la obra por medio de los adolescentes porque son sencillos.

Juan 2:23-25

  1. La naturaleza humana no es confiable. Las personas necesitan ver las señales que Jesús hizo para creer en Él. La mejor opción es identificar que Jesús es el Cristo por la fe, independientemente de las señales. Nuestros adolescentes no necesitan de señales para creer que esta palabra viene del Señor. Las señales los siguen. Es mejor creer en la palabra que esperar a que los milagros acontezcan. Es mejor tener la sencillez de creer en la palabra profética, que es confirmada por las señales que vienen después.

Juan 4:46-54

  1. Jesús, fue de nuevo a Caná de Galilea, donde el agua se transformó en vino. Había un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo en Capernaum. Jesús se quedó dos días en Samaria y partió hacia Galilea, fue a Caná de Galilea, donde hizo la primera señal convirtiendo el agua en vino. La primera señal fue transformar el agua en vino; de los preceptos religiosos de la purificación de los judíos, aburridos, sin alegría, Jesús hizo un buen vino, lleno de vida y satisfacción para el hombre. Jesús necesitaba ir a la fiesta de boda. No tiene sentido tener una vida aburrida. Cuando Jesús vino, la palabra vino. Ser sencillos y hacer todo de acuerdo con la palabra del Señor cambia nuestra vida cristiana y nos lleva de un vivir religioso y aburrido a un vivir lleno de vida y alegría
  1. Un oficial del rey estaba con su hijo enfermo en Capernaum, donde se había mudado la familia de Jesús. Escuchó que Jesús había venido de Judea a Galilea, se acercó a Él y le rogó que descendiera y sanara a su hijo, que estaba a punto de morir. Entonces Jesús le dijo: “Si no viereis señales y prodigios, no creeréis”. El hombre necesita ver las señales para después creer. Para que la obra de Dios suceda, son necesarias dos cosas: Jesús debe hablar y el hombre debe creer. El oficial creyó en la palabra de Jesús. No espere las señales, use su fe en la palabra profética. La palabra que hace la obra de Dios. Necesitamos creer en la palabra. Juan registró este episodio para dejar claro que, para que Dios haga Su obra, es necesario que el Señor hable una palabra y que el hombre la crea.
  2. Cuando el oficial llegó a casa al día siguiente, reconoció que era precisamente la hora en que Jesús habló la palabra; así creyeron él y toda su casa. Esta fue la segunda señal que Jesús hizo después de venir de Judea a Galilea. Cuando predicamos el evangelio del reino en las calles, debemos percibir que la palabra que usamos es la palabra que salió de la boca del Señor, no son letras muertas, sino que es la palabra de vida que opera sanidad en las personas.

1 Tesalonicenses 2:13

  1. Hay una necesidad de la palabra y de la fe en las personas. ¡Cuánto poder hay en la palabra de Dios! La palabra transformo el agua en vino y también sanó al hijo del oficial del rey. Los tesalonicenses creyeron en la palabra de Pablo, y ella operó eficazmente en ellos. La sanidad aconteció no solo cuando Jesús habló la palabra, sino también cuando el hombre creyó en ella. No fue la presencia física de Jesús lo que llevó a cabo la sanidad, sino la palabra que Él habló. Tenemos la presencia de Jesús en la Palabra. La palabra de Jesús nos da poder. Esa palabra no es una palabra muerta, sino una palabra viva que salva a las personas.
  1. En Juan 5:1-18 vemos acerca de la sanidad de un paralítico. Juan no especifica en cual fiesta de los judíos, pero todas las fiestas instituidas por Dios tienen un profundo significado espiritual. Sin embargo, por falta de revelación, los judíos las celebraban simplemente como un ritual religioso sin realidad espiritual. Juan quiere mostrar el contraste de la religión muerta con el poder de la vida. La religión judía es una religión constituida con principios en la Palabra de Dios, tomando como base los mandamientos, los rituales, las leyes, las ceremonias y ordenanzas. Los judíos formaron la religión más genuina de todas las religiones. Sin embargo, no es más que un esfuerzo humano para adorar a Dios y agradarle. Una advertencia: podemos tomar como base todo lo que aprendemos en la Biblia, en la esfera del Nuevo Testamento, con nuestras estructuras en la Iglesia para adorar y servir a Dios, formando nuestra propia religión, sin el poder de vida que proviene de la Palabra de Dios. El principio de la religión es buscar siempre mejorar tu conducta hasta la perfección para agradar al Señor. La vida viene a través de la palabra de Jesús. Dios quiere dar a Cristo al hombre como la vida que sana y transforma a las personas en su esencia. Cada palabra que Jesús pronuncia no es para formar un repertorio de conocimiento, sino para darnos vida.

Juan 5:2

  1. Para la protección de la ciudad de Jerusalén, las murallas fueron reconstruidas por Nehemías, la reedificación de la Puerta de las Ovejas está en Nehemías 3:1. Esos muros son como la base de la unidad de la Iglesia en Filadelfia. En los muros hay varias puertas. Probablemente era a través de esa puerta por donde las ovejas eran conducidas para ser sacrificadas en el Templo. Puede indicar la entrada en el redil de la religión judía por la observancia de la ley (Juan 10:1). Y también puede indicar que Jesús, como el Cordero de Dios, entró por esa puerta para dar vida y sanidad al pueblo de Dios por medio de Su muerte y resurrección, cambiando la religión ineficiente y muerta en el poder de la vida que cura. Betesda significa casa de misericordia. Cerca de la Puerta de las Ovejas había un estanque llamado Betesda, cuyas aguas se creía que poseían poderes curativos. Los judíos enfermos, discapacitados y débiles dependían de la misericordia de Dios para ser sanados por medio de la religión. En la religión, siempre es necesario que seamos los primeros, que es lo que vemos en Mateo 18:1. La religión exige que seamos los primeros, los mejores, conocedores de enseñanzas bíblicas y más capaces, pero el tiempo cambió. Para la religión la gran mayoría está fuera, pero Jesús dice: Levántate, toma tu lecho y anda! En el reino de los cielos no necesitamos ser primeros, sino darnos cuenta de que es la palabra de Dios que hace la obra.

Juan 5:3-4

  1. En los cinco pabellones, formados por grandes columnas y pórticos arqueados, yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, que esperaban que el agua se moviera. De vez en cuando descendía un ángel a cierta hora, sacudiéndola; y el primero que entraba en el estanque, una vez que el agua se agitaba, se curaba de cualquier enfermedad que tuviera. Para que el hombre obtenga la curación en la religión, es necesario cumplir con los requisitos de la ley. Sin embargo, cuanto más débil es el hombre, más incapaz es de atenderlos. Ese es el dilema de la religión. El ángel hace parte de las creencias judías, pues la ley fue promulgada por medio de ángeles, sin embargo, esta ley no es capaz de dar vida al hombre.

Juan 5:5-7

  1. La religión judía tenía la Ley, el pueblo santo, la ciudad santa, el templo santo y los ángeles, es decir, tenía tantas cosas maravillosas, pero había un hombre paralítico, enfermo desde hacía 38 años, tendido junto al estanque, esperando la cura, pero sin la capacidad de alcanzarla. Para ser sanado, él dependía de que alguien lo ayudara a ser el primero en descender al agua cuando el ángel agitara las aguas; las posibilidades eran escasas. Esto representa la incapacidad de la religión para ayudar realmente al hombre. La palabra de Jesús requiere una actitud nuestra: creer y actuar según la palabra. Cuando Jesús habla, te capacita para actuar. El inválido ya estaba desesperado, pero un hombre llamado Jesús se le apareció y le preguntó si quería ser sanado.

Juan 5:8-9

  1. Jesús no necesitó ningún elemento religioso para sanar al paralítico, simplemente le dio una palabra, e inmediatamente el hombre fue sanado. Un lecho había sido usado para cargar al enfermo durante 38 años y ahora Jesús le ordena que él cargue el lecho que lo cargo todo este tiempo. Con una palabra de vida y poder, el hombre fue sanado.

Juan 5:10; Génesis 2:1-3; Marcos 2:27-28

  1. La religión acusa a Jesús de haber violado el sábado, y comenzó a perseguirlo, e incluso quiso matarlo. El sábado fue hecho para el hombre, y no el hombre por causa del sábado; y el Hijo del Hombre es Señor también del sábado. Dios trabajó seis días y el séptimo descansó. Él creó al hombre en el sexto día, lo que significa que el primer día del hombre es el séptimo, el día del descanso de Dios. Sin embargo, la religión, totalmente ajena a esta realidad, intenta impedir la acción del Señor del sábado, de la vida y de la curación, censurando la curación de un inválido.
  1. Los seis días representan, además de la creación, también la nueva creación. Dios terminará toda Su obra al final de los seis mil años, y estamos al final de ese tiempo, porque hemos sido llamados a ser los obreros de la última hora, precisamente para completar la obra de Dios. Y el séptimo día se refiere al milenio, el reposo que Dios ha preparado para Su pueblo. La obra de Dios aún no ha terminado, pero Él está acelerando sus pasos. Por eso, Él desea usarte, y está usando a los adolescentes y jóvenes para juntos poner fin a esta era. No es tiempo de descansar, es tiempo de trabajar para terminar esta era.

Hebreos 4:1-3, 8-13

  1. Hay un descanso para el pueblo de Dios. El descanso del milenio. Debemos perseverar en la Palabra para poder participar en el reino milenario. La palabra expone todos nuestros pensamientos vanos. No guardemos nada oculto en nuestro corazón. Lo que el Señor tiene que limpiar, vamos a permitir que Él lo limpie hoy. No tengo ninguna ambición personal. Incluso viendo lo que el Señor ha hecho en África y en todo el mundo, no podemos pensar que es el éxito de un proyecto humano. No tenemos ninguna ambición por la obra. Solo somos siervos del Señor, obedientes a Su palabra. Si el Señor nos envía, lo hacemos. Pero si Él no habla, no buscaremos nuestras propias estrategias. Lo mejor es seguir la palabra y dónde está Jesús. Vamos a practicar inmediatamente aquello que Jesús habla, y entonces la obra de Dios será hecha. Seremos recompensados y entraremos en el descanso que es reinar con Cristo por mil años.

Deixe uma resposta

O seu endereço de e-mail não será publicado. Campos obrigatórios são marcados com *