1.Los ángeles, aún mayores en fuerza y poder en comparación con los seres humanos, temen difamar de las autoridades superiores. Incluso el arcángel Miguel no se atrevió a proferir juicio de maldición contra el enemigo de Dios, al contrario, dijo: “El Señor te reprenda”. Necesitamos seguir estos ejemplos en relación con toda autoridad (2 Pedro 2:11, Judas 9).
2.Los falsos maestros no reconocen a las autoridades, porque son como animales irracionales, pues están desprovistos de conciencia, que es una parte del espíritu humano. Además de difamar, los falsos maestros alientan a otros a tener la misma práctica. Este es el estado al que llega el hombre cuando se aparta de la Palabra y de la conciencia (2 Pedro 2:12; Romanos 7:20-23; 2:14).
3.En la época del apóstol Pedro, los falsos maestros caían en lujuria, deleitándose en sus propios engaños, mientras celebraban con los cristianos en las fiestas del amor, instituidas por los primeros cristianos, las cuales eran fiestas relacionadas con la Cena del Señor. El apóstol Pablo comenta que los falsos maestros se mezclaban entre sus hermanos, mientras festejaban con los ojos llenos de adulterio e insaciables en el pecado (2 Pedro 2:13-14; Judas 12; 1 Corintios 11:20-22).
4.Dios transforma nuestra alma mediante el lavamiento del agua por la palabra: “Para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:26). Nuestra alma, que aún está llena de elementos del viejo hombre, como la falsedad, la mentira y la vanidad, necesita del lavamiento del agua por la palabra para ser transformada (Alimento Diario, Libro 2, semana 3, viernes, pág. 50).
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