1.Así como la serpiente de bronce fue expuesta en el desierto, Dios se propuso resaltar la cruz de Cristo, porque es el punto central de la verdad del evangelio. Necesitamos predicar el evangelio, hoy, para que la crucifixión de Cristo sea expuesta a las personas, y así sean salvas y sanadas (Números 21:8-9; Juan 3:14-15; Gálatas 3:1).
2.La ley no podía salvar al hombre. Entonces Dios envió a Su propio Hijo, el cual vino en carne y murió por nuestros pecados. Jesús tomó solo la semejanza de la carne de pecado, sin embargo, en Él no había pecado. No volvamos a la ley, porque hemos muerto con Cristo, vivamos para Dios (Romanos 8:3; Gálatas 2:19).
3. La solución de Dios para librarnos de la carne pecaminosa es la cruz de Cristo. De nada sirve esforzarnos por nosotros mismos en un intento de mejorar nuestra conducta. Por nosotros mismos, nunca estaremos libres del pecado. ¡La cruz es nuestra salvación, la cruz es nuestra cura! (Romanos 8:3; Números 21:8-9)
4.”Los sufrimientos no son castigos de Dios, sino son el modo como Él nos transforma para hacernos partícipes de Su santidad. En estas situaciones, en lugar de desanimarnos, busquemos ser más obedientes al Señor y a la palabra […] (1Pedro 1:6-7)” (Alimento Diario, Libro 6, semana 1, lunes, pág. 5).