1.Si no existiera la cruz de Cristo, permaneceríamos en nuestros pecados hasta el último día de nuestra vida, sin esperanza y sin salvación, cuyo fin es la perdición eterna, la muerte eterna, el fuego eterno. Por tanto, hermanos, ¡qué grande salvación! Todo comienza con la cruz de Cristo (Romanos 6:5).
2.Si abandonamos la cruz y volvemos a practicar la ley, estaremos declarando que Cristo fue crucificado en vano. No podemos volver a confiar en la carne y pensar que en ella podemos agradar a Dios (Gálatas 2:21).
3.¡Por la fe fuimos liberados del pecado! Por un lado, fuimos liberados del pecado y, por otro, fuimos liberados de la ley, porque ella nos dice que no pequemos, que no matemos, que no codiciemos, pero nosotros no tenemos fuerza para vencer al pecado, y así, nos convertimos en esclavos del pecado y de la ley. Pero gracias a Dios, a través de la verdad del Evangelio, ¡podemos vivir por la fe en Cristo! Esta es la libertad que el Señor nos da en el Espíritu (Romanos 8:1-2).
4.“Así como ver, oír también es importante (Mateo 13:14-15). El que tiene ojos para ver y oídos para oír, también tendrá un corazón para entender y discernir, y será sanado por el Señor (vs. 16).” (Alimento diario, Libro 7, Semana 2, viernes, pág. 30).