1.Necesitamos ser fieles a la verdad del evangelio, así como el apóstol Pablo. Cuando se dio cuenta de que los gálatas, que habían recibido el evangelio, ahora estaban retrocediendo a la práctica de la ley, Pablo, sin diplomacia, les habló la verdad con gran honestidad y sinceridad (Gálatas 3:1-6).
2.Al advertir a los Gálatas, el apóstol Pablo, sabiendo que los judíos prestaban mucha atención a la Ley de Moisés, les habla de Abraham, recordándoles así, que la historia del pueblo de Dios no comienza con Moisés, quien está relacionado con la ley, sino con Abraham, quien es alguien reconocido por el testimonio de la fe (Gálatas 3:3, 5-6).
3.En el tiempo de Abraham, todos los hombres habían abandonado a Dios y reinaba la idolatría a causa del egoísmo del ser humano, que adoraban a los ídolos para que estos les favorecieran. Incluso el mismo padre de Abraham servía a otros dioses. Pero el Señor tomó a Abraham porque le agradó su corazón (Josué 24:2-3; Nehemías 9:7-8).
4.El enemigo intenta desviar a los cristianos del propósito de Dios usando falsos profetas y falsos maestros para impedir que la fe sea dispensada a nosotros. Perseveremos en seguir la palabra profética, que nos guía en la dirección correcta en medio de las tinieblas de la presente era (2 Pedro. 2:1; 1:19) (Alimento Diario, Libro 7, Semana 1, lunes, pág. 5).