1.Gracias al Señor por todo lo que Él ha hecho en medio de nosotros. En Efesios, leemos que el Padre tiene un anhelo. Este anhelo es Su beneplácito, es decir, algo que Él aspira, desea. El Hijo hace prosperar la voluntad del Padre y, como la Palabra, emite la voz de comando de Dios. Y el Espíritu Santo, con Su poder, lo ejecuta conforme a la voluntad del Padre (Efesios 1:1-13).
2.Debemos recibir la palabra como la voz de comando de Dios, y no solo oírla como un mensaje, para obtener conocimiento bíblico. Necesitamos, entre líneas, captar cuál es el “suspiro del corazón del Padre”; es decir, cuál es Su intención al enviarnos Su palabra (Efesios 1:5; 2 Samuel 23:14-16).
3.¿Cuál es el misterio de la voluntad del Padre? Que Cristo encabece todas las cosas, tanto las del cielo como las de la tierra. La voluntad de Dios es que, al final de los tiempos, Cristo encabece y gobierne todas las cosas en el universo (Efesios 1:9-10).
4.“En la vida de la iglesia en Jerusalén, descrita al comienzo del Libro de los Hechos, no había conflictos entre los miembros ni competencia por el liderazgo. Todos seguían la dirección del Espíritu a través de la palabra de los apóstoles” (Hechos 2:42-47) (Alimento Diario, Libro 1, Semana 2, lunes, pág. 24).