1.Hemos experimentado el resultado del operar de la palabra en nosotros: una unanimidad real con el mismo amor y el mismo sentimiento, algo imposible de producirse artificialmente. ¿Qué motiva este vivir? La palabra que el Señor nos ha dado en los últimos días. Ella ha producido esta realidad de amor y unanimidad entre nosotros (Filipenses 2:2-3).
2. Con la unidad y unanimidad que el Señor nos ha dado por Su palabra, Dios podrá finalizar esta era para que Su voluntad finalmente se cumpla. Predicaremos el evangelio del Reino a toda la tierra habitada y edificaremos la Iglesia (Filipenses 2:1-3; Mateo 24:14).
3. Dios ha abierto Su corazón a un grupo de personas que Él considera Sus amigos, personas íntimas a Él. De la misma manera, Jesús, después de participar en la última cena, abrió su corazón a los discípulos. Él se derramó en amor. Cuando recibimos este amor, pasamos a amarnos verdaderamente los unos a los otros (Filipenses 2:1-3).
4. Algunos judíos argumentaban que para ser salvo, no era suficiente tener fe en Cristo, sino que era necesario practicar la circuncisión y observar la Ley de Moisés. ¡Agregar estos elementos equivale a predicar otro evangelio! Estemos alerta y no permitamos que Satanás nos engañe con “otro evangelio” (Hechos 15:1, 5; Gálatas 1:6) (Alimento Diario, Libro 1, lunes, p. 6).