- El enviado de Dios no tiene libertad de hablar sus propias palabras. La palabra profética es de Dios. Si no aceptamos que la palabra profética viene de Dios, no estamos aceptando a Dios mismo. (Deuteronomio.18:18-19; Juan.14:10)
- Fuimos creados por el aliento de vida de Dios. Nuestra alma y nuestro espíritu son eternos, pero seguimos limitados dentro del cuerpo terrenal. Este cuerpo es una morada temporal, es nuestro hogar terrenal y un día se derrumbará. Pero tenemos algo eterno dentro de nosotros, ¡de otra dimensión! (Génesis.2:7; Job.32:8)
- ¡El mundo no es sólo lo que vemos! No tenemos por qué limitarnos a vivir para las cosas de aquí, de la tierra. Subamos la escalera para aprender a vivir en el espíritu y andar por la fe. (Génesis.2:7; Job.32:8; 2Corintios.5:1-4.7; Juan.1:51; Hebreos.1:1,3)
- Esta es la lección que hemos aprendido: no venda su derecho de primogenitura. ¡Luche por el reino, por su derecho, por la bendición! (Génesis.25:31-33; Hebreos.12:16) (Alimento diario, Libro 3, semana 3, domingo, página 56)