- Dios es el manantial, Cristo es la fuente y el Espíritu es el arroyo que nos alcanzó, cuando creemos en Jesús bebemos de esa agua viva (Deuteronomio 8:7; Juan 4:13-14).
- Hoy, dentro de nosotros, hay una fuente que brota para vida eterna y de nosotros corren ríos de agua viva. No debemos aferrarnos y ser egoístas, sino predicar este Evangelio, llevando este Espíritu y agua viva a otras personas (Juan 7:38-39).
- Hasta la plenitud de los tiempos, hasta que se cumpla la voluntad del Padre, el Señor estará trabajando con nosotros. No estamos solos, cuando predicamos el Evangelio en las calles, ¡Cristo está con nosotros! (Mateo 28:18).
- El Señor quiere que tengamos celo por Su casa. ¡Luchemos por la edificación de la Iglesia, por la casa de Dios! Por tanto, cuidemos nuestro cuerpo, para que sea útil para la edificación de la casa de Dios (Juan 2:17) (Alimento Diario, Libro 4, semana 1, domingo, pág. 23).