Mens. 15: Yo Soy el Camino, y la verdad, y la Vida.

Palabra ministrada por el Hermano Pedro Dong, transmitida por el Instituto Vida para Todos, directamente desde el auditorio de la Iglesia en São Paulo, el 25/02/2024. Texto no revisado por el autor.

Te animamos a ver el mensaje completo en el canal de Youtube del IVPT.

 

 

  1. Los capítulos 1 al 13 de Juan forman la primera sección de este Evangelio, y muestran que Dios quiere darnos Su vida eterna. Es necesario que el hombre reciba la vida eterna para que Dios haga Su voluntad de encabezar todas las cosas en Cristo, siendo antes, la cabeza de la Iglesia. Lo que Dios quiere en la tierra no es establecer una religión para mejorar el comportamiento humano, ni tampoco quiere una organización religiosa que enseñe la conducta cristiana. La vida eterna es lo que realmente va a cambiar al hombre, y es muy abstracta, misteriosa, indescriptible e inexplicable. Por lo tanto, para que el hombre reciba esta vida eterna, Dios ha enviado la palabra, que es concreta, ya conoce la fuente, quien habla. Por lo tanto, el hombre recibe la vida eterna por medio de la palabra.

Juan 1:3-4

  1. La Palabra que Dios envió al hombre no es un simple medio de comunicación, sino el mismo Hijo de Dios, Jesucristo, el Verbo que estaba con Dios, se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad. Debería ser muy simple: el hombre solo necesitaría recibir la Palabra de Dios y sería salvo, recibiría la vida eterna. Sin embargo, hubo dificultad para aceptar a Jesucristo como el enviado de Dios. Los líderes judíos no lo reconocieron como el Mesías y, por lo tanto, no recibieron Su Palabra.
  1. Al principio del evangelio de Juan vemos que la vida estaba en Él, en la Palabra, y la vida era la luz de los hombres. Sin embargo, los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque la luz expone las obras de las tinieblas, trayendo incomodidad. Cuando somos incomodados por la luz, no debemos huir de ella, sino permanecer. Si permanecemos bajo la exposición de la luz, en algún momento ella hará su trabajo y resucitaremos. Si permanecemos en la luz, la vida transformadora, que está en ella, vendrá a nosotros y recibiremos sus beneficios. 
  1. Mientras estuvo en la tierra, Jesús habló de parte del Padre. Él no habló Sus propias palabras, sino todo lo que oía del Padre. Tampoco hizo nada por Sí mismo, sino que el Padre fue el autor de todas Sus obras y palabras. Él era un canal para que el Padre hablara y pudiese dar vida al hombre. Sin embargo, hubo una gran dificultad para que los hombres entendieran que Él hablaba las Palabras de Dios. Por eso, muchos se preguntaban si Él era realmente el enviado de Dios. En los primeros capítulos de Juan, vemos muchos cuestionamientos provenientes de los líderes de los judíos, hasta que el Sanedrín se reunió y tomó la decisión de matar a Jesús, bajo el pretexto de que estaba alborotando a la gente. Los líderes judíos podían perder su influencia y privilegios y temían que el Imperio Romano los despojara de su poder religioso, quitándoles el control sobre el pueblo. En este contexto, Jesús rompió con el judaísmo y comenzó a buscar Sus propias ovejas, que oyen y conocen Su voz, a las que quiere sacar del redil de la Ley. Ella sirvió como ayo, de tutor hasta que Cristo vino, y la Ley debería guiar a la gente a Cristo. Nuestro Señor Jesús vino a sacar Sus ovejas del redil y darles pastos nuevos.

Juan 12:1-3; Efesios 2:1-3; Mateo 9:36

  1. Jesús, entonces, fue a Betania. Allí hubo un banquete ofrecido por Simón el leproso. Nosotros también fuimos rebeldes contra Dios, pero fuimos salvos, perdonados, sanados, y hoy somos parte de las ovejas del Señor. También estaba Lázaro, que había resucitado, así como nosotros, que también estábamos muertos en delitos y pecados, gobernados por principados y potestades, controlados por las fuerzas espirituales del mal, por el espíritu que obra en los hijos de desobediencia, muertos para Dios. Pero un día la gracia nos alcanzó y creímos en el evangelio. Fuimos salvos, obtuvimos la vida, resucitamos y fuimos llevados a los lugares celestiales con Cristo. Marta también estuvo en esta ocasión, representando a los muchos hermanos y hermanas dispuestos a servir al Señor. Y también vemos a María, que derramó un perfume precioso sobre los pies de Jesús, ungiéndolos y enjugándolos con sus propios cabellos. Podemos observar una miniatura de la vida de la Iglesia en Betania, una palabra que significa “casa de miseria”, “casa de los pobres” o “casa de aflicción”. De la misma manera, estábamos desamparados y dispersos, como ovejas que no tienen pastor, ni dirección. Pero el Señor nos llamó por nuestro nombre, y hoy somos parte de Su rebaño. 
  1. En el capítulo 12 de Juan, el rechazo de los judíos alcanzó su punto máximo. Luego, en el capítulo 13, en la última cena, en un momento íntimo con Sus discípulos, cuando esperaban alguna orientación del Maestro, Jesús hizo algo sorprendente. En medio de la cena se humilló, lavando los pies de los discípulos. Tal vez ellos estaban considerando quién de ellos sería el líder después de la partida de Jesús, pero Él dio esta lección de humildad, recomendando que también se lavaran los pies unos a otros. Él enseñó que somos siervos los unos de los otros.

Juan 13:21, 30-32; 12:27

  1. En este momento de la cena, también había necesidad de que Jesús denunciara y separara al traidor. Por lo tanto, en el momento en que Judas Iscariote salió de la cena, Jesús se sintió más aliviado de estar con los once discípulos que eran verdaderamente dignos de confianza, y pudo abrir las últimas palabras de Su corazón, que leemos desde el capítulo 14 en adelante. Recordemos la dificultad de ese momento, porque Jesús estaba a punto de enfrentar las agonías de la muerte, estaba angustiado por los sufrimientos que le sobrevendrían. Pero en estos capítulos vemos que Jesús necesitaba morir, de lo contrario, no habría solución a nuestros problemas. El capítulo 14 comienza entonces, la segunda sección del Evangelio de Juan, que llega hasta el capítulo 21 y habla de la muerte y resurrección de Cristo, de que Él se tornó el Espíritu, para entrar en aquellos que creerían en Él, formando así el Cuerpo de Cristo, que Él edificaría para lugar de habitación de Dios, donde Dios estará con los hombres para siempre.

Juan 14:1-2; Deuteronomio 12:5; 2 Crónicas 6:6-7

  1. En ese momento, los discípulos estaban tristes, confundidos y perturbados por la inminente partida del Señor. No sabían qué sería de ellos a partir de entonces. Entonces, Jesús los consuela y les revela que su partida traería grandes beneficios. Hay una interpretación completamente errónea de que las “muchas moradas” serían casas físicas preparadas para nosotros. Pero no habitaremos en mansiones celestiales, habitaremos en el Padre. Nuestro lugar de habitación está en Dios, y Su casa es la Iglesia. En el Antiguo Testamento, la casa de Dios era el templo, el santuario, y Dios había escogido a Jerusalén para poner allí Su nombre y Su habitación. En el Nuevo Testamento, sin embargo, ese templo es la Iglesia. Por lo tanto, la intención de Juan en el capítulo 14 y siguientes es introducir al hombre en Dios. La primera sección del evangelio de Juan es dar vida eterna al hombre introduciendo a Dios en el hombre. Ahora, sin embargo, quiere introducir al hombre en Dios.

Juan 7:37-39; 14:16-17; 20:19-22

  1. Cuando Jesús resucitó, se tornó el Espíritu, y cuando creemos, lo recibimos en nuestro espíritu humano. Por eso los discípulos conocían ese Espíritu de Verdad, porque era Jesús mismo. La única posibilidad de que Jesús entrara en Sus discípulos era a través de tornarse el Espíritu. Luego, después de la resurrección, Jesús se apareció a los discípulos y sopló el Espíritu Santo sobre ellos. En ese momento los discípulos recibieron a Jesús como Espíritu dentro de ellos.

Éxodo 30:23-25

  1. En Éxodo 30 vemos la composición del aceite de la unción. Así como el aceite compuesto ya existía, también existía el Espíritu Santo. Pero aún faltaba añadir los elementos de la experiencia humana de Jesús: Su encarnación, vivir humano, muerte y resurrección. Hoy el Espíritu Santo posee todos estos elementos, ¡y el Señor Jesús mismo entró en nosotros! 

Juan 14:3-6

  1. Jesús quería llevar a los discípulos a donde Él estaba, es decir, en el Padre. Él siempre estuvo con el Padre, y el Padre con Él. Y ahora Él también puede llevar a los discípulos a donde Él está, pero eso solo podría suceder después de Su muerte. Él necesitaba ir (morir) y regresar (resucitar), entonces Él los recibiría en Sí mismo. De la misma manera, para estar en el Padre, primero debemos estar en Cristo. Nuestro contacto con el Padre es siempre a través de Cristo. Para estar en el Padre, necesitamos estar en Cristo. Jesús quiere introducirnos en el Padre por medio de este camino, la verdad y la vida. 

Juan 1:14; 1 Timoteo 3:15; Efesios 2:21-22

  1. La palabra “habitar” en Juan 1:14 es la misma palabra para tabernáculo. Jesús vino a establecer un tabernáculo entre nosotros. Esto ya simboliza la casa de Dios, Su lugar de habitación, que Él quiere edificar. En el Nuevo Testamento, la casa de Dios es la Iglesia del Dios vivo. No es una organización humana, sino un organismo vivo. Cristo quiere introducirnos en Dios por medio de Sí mismo y hacernos miembros del Cuerpo de Cristo para habitación de Dios en el Espíritu.

Efesios 4:11-12, 15-16; 1 Pedro 2:5; Mateo 1:23; Apocalipsis 21:1-3

  1. La edificación del Cuerpo de Cristo es hecha por todos los miembros. Por lo tanto, esta responsabilidad nos pertenece a todos. Necesitamos ser perfeccionados para edificar la Iglesia, el lugar de habitación de Dios. Dios no solo quiere un lugar para que Él habite, sino que Él quiere habitar con los hombres. Es una habitación mutua entre Dios y nosotros. ¡Es por eso que el nombre Emanuel significa Dios con nosotros! ¡Dios quiere habitar con los hombres! El objetivo de Dios es introducirnos en Él y edificarnos como lugar de habitación de Dios con los hombres, que se consumará en la Nueva Jerusalén. Nuestro Dios, en la eternidad, no solo será Dios, sino que será “Dios con los hombres”, ¡Él habitará con los hombres por toda la eternidad! 

Juan 10:30; Juan 17:21-22, 24

  1. “Yo y el Padre uno somos” es una conexión orgánica. Ellos, de hecho, son uno; el Hijo está en el Padre y el Padre está en el Hijo. Es algo incomprensible para la lógica humana. Es una misteriosa unidad orgánica, y nos va a pasar a nosotros. ¡Seremos uno con el Padre y uno con el Hijo! 

Juan 14:7-11

  1. El hombre no puede comprender esta unión orgánica del Hijo con el Padre. El Padre hace Sus obras a través del Hijo, quien habla las Palabras del Padre. Si hay dificultad en creer en Jesús en las palabras de Jesús como el enviado de Dios, al menos podemos creer por las señales, las obras que Él hace. Cuando el Hijo habla la palabra, el Padre hace Su obra. Al igual que la curación del paralítico, que parecía imposible para la lógica humana, hoy el Señor sigue haciendo cosas que el hombre no puede. Él continúa haciendo Su obra entre nosotros, y muchos no creen. Necesitamos creer, al menos, frente a las señales que están sucediendo. Se han obrado milagros entre nosotros, hechos que sobrepasan la esfera natural; ¡cuántos suicidios se han evitado, cuántos matrimonios fueron unidos de nuevo y personas que estaban espiritualmente muertas han sido reavivadas!

Juan 8:24-28; Juan 14:6; Juan 1:18; 1 Pedro 1:8; Colosenses 1:15

  1. En Juan 8:24, Jesús estaba advirtiendo a los judíos que no creían en las palabras del Padre, dejando claro que Sus palabras eran en realidad las del Padre. Jesús les advirtió que, si no creían, morirían en sus pecados y no habría salvación. Si no creemos, ya somos juzgados, pero si creemos, ¡somos salvos! Necesitamos creer en el Yo Soy, el que trae a la existencia las cosas que no existen, lo increado, el sinónimo mismo de la existencia. Y Jesús vino del Verdadero, no era una falsificación. Por eso Jesús abría la boca y salía la verdad. Él es la Verdad misma, Él mismo es el Yo Soy, Él es la existencia misma. El que ha visto al Hijo, ha visto al Padre. Hoy podemos ver a Cristo en el Espíritu, y así vemos al Padre, porque Él es la imagen del Dios invisible. 

Juan 14:12; Juan 17:4

  1. ¡Solo es posible para nosotros hacer obras más grandes que las de Jesús, porque es el Padre quien las hace! Él continuará haciendo las obras hasta el fin de los tiempos. Él puede usar a cada uno de nosotros para hacer la obra, pero no somos nosotros los que hacemos la obra, sino Él a través de nosotros. La Palabra que funcionó con nosotros puede funcionar por intermedio nuestro. ¡Podemos hacer obras más grandes, porque no seremos nosotros, sino la Palabra! El Padre es glorificado en el Hijo porque el Hijo hace lo que el Padre quiere, y no hace nada además de eso. Glorificar a Dios es hacer la obra que Él nos ha encomendado.

Juan 14:13-15

  1. Cuando estamos haciendo la voluntad de Dios, estamos tan unidos con el Padre que nuestra petición corresponde a la voluntad del Señor, es decir, pedimos según lo que Él quiere hacer. Él sólo está esperando una orden aquí en la tierra. Cuando se lo pedimos, ¡Él lo hace! ¿Y cómo podemos demostrar nuestro amor por el Señor? Obedeciendo y practicando Sus palabras. 

Juan 14:16-17

  1. Los discípulos no tienen por qué preocuparse. Jesús no los dejaría solos, sino que enviaría a otro Consolador. La palabra “consolador” en Juan 14:16 viene de la palabra paracletos, que indica: “Alguien siempre a tu lado para defenderte”, un abogado. Los discípulos tendrían a alguien que defendiera su causa y también cuidara de ellos y luchara por ellos. Este otro Consolador no era un extraño, sino Jesús mismo, que habitaba con los discípulos. ¡Ahora Él regresaría para estar dentro de ellos! ¡Hoy tenemos al Señor dentro de nosotros! Jesús está en nosotros, como nuestro defensor, siempre a nuestro lado. Él es el Espíritu de Verdad, y quiere llenarnos con Su propia realidad, gracia y verdad, ¡hasta la plenitud de Dios! 

Éxodo 30:23-25; Juan 14:18-19

  1. El Espíritu de verdad es la Palabra que se hizo carne y habitó entre nosotros. Su misión es llenarnos de la verdad misma. Todos los agujeros, los espacios vacíos, que tenemos en nuestro ser natural, necesitan ser llenados con la verdad. Todavía somos muy inconsistentes, tenemos mucha vanidad, pero Cristo quiere llenarnos de la verdad divina. Los discípulos estaban preocupados con la ida de Jesús, temían quedarse huérfanos, perdiendo a Aquel que les dio dirección. Pero no tenían que preocuparse, porque Jesús viviría, así los discípulos vivirían. ¡Porque Jesús vive, nosotros también vivimos! 

Juan 20:19-20

  1. Jesús ya había muerto, y los discípulos tenían miedo. Así que se aislaron y cerraron las puertas por miedo a los judíos. Entonces Jesús vino en un cuerpo resucitado y les mostró Sus manos y costado, Su cuerpo era incorruptible, pero llevaba un registro, las marcas en las manos y en el costado. A pesar de que no era un cuerpo físico, llevaba estas señales. Eso es un misterio.

Juan 20:21; Juan 14:20

  1. ¡La Iglesia continuará la obra de Jesús! Es por eso que Él necesitaba enviar a Sus discípulos. De la misma manera que Jesús fue enviado por el Padre, ¡nosotros somos enviados por el Señor! Cuando Jesús sopló sobre ellos, los discípulos recibieron el Espíritu de verdad, y ahora Jesús vivía dentro de ellos, ¡inseparablemente! Nuestro Señor Jesús hoy vive en nosotros, Él es nuestro Abogado, el Espíritu de verdad, llenándonos de la realidad de Dios y enviándonos a rescatar a las personas, haciendo discípulos que también están bajo Su mando. ¡Estamos aquí para predicar el evangelio del reino! Antes, Jesús dijo: el Padre está en Mí y Yo estoy en el Padre. Aquí se ha añadido otro elemento: ¡nosotros! Estamos en Cristo y Él está en nosotros. Sin la muerte y resurrección de Cristo, nada de esto sería verdad, y no Lo tendríamos viviendo dentro de nosotros.

Juan 14:21-23; 1 Corintios 6:17, 19

  1. El que ama al Señor es el que obedece Su palabra. El Señor nos ha dado fielmente Su palabra, si Lo amamos, la apreciamos y la cumplimos. ¡La voluntad de Jesús es hacernos el lugar de habitación de Dios! Somos templo del Espíritu Santo que está en nosotros, por lo que tenemos que tener cuidado con lo que hacemos con nuestro cuerpo. ¿Y cómo podemos unirnos al Espíritu de manera concreta? La respuesta es: por la palabra, guardándola. El que se une al Señor (por la palabra), un espíritu es con Él.

Juan 14:24-27; 1 Juan 2:27

  1. Las palabras que hemos recibido no son de autoría humana, su origen es el Espíritu. Todo viene de la revelación del Señor. Si esta palabra no viene de Dios, no puede ejecutar la obra. ¡La palabra profética viene de Dios! Además, también tenemos al otro Consolador, que nos enseña y nos guía, como la unción espiritual. El Padre envió al Espíritu como otro Consolador en nombre del Hijo, y el Hijo vino en nombre del Padre. Esto indica que el Padre y el Hijo son uno. El Espíritu Santo y el Hijo son uno. El que está en nosotros es el Espíritu Santo, el Espíritu de verdad, ¡Cristo mismo!
  1. Este Cristo que está en nosotros es el que nos enseña. Esa unción es el óleo sagrado de Éxodo 30, añadido con las experiencias humanas de Cristo. Este Espíritu funciona como una unción dentro de nosotros, y esta unción nos da una sensación de paz. Así, por un lado, tenemos la palabra rhema, que el Señor nos habla todos los días, la palabra profética, actual, como una lámpara que nos ilumina y nos orienta. Y, por otro lado, tenemos la unción, que trabaja junto con esa palabra. Tenemos la palabra guiándonos y la unción dentro de nosotros. Seguimos la dirección, y para llevar a cabo nuestra práctica,¡tenemos la unción que nos da paz!

Juan 14:28; Isaías 53:6-7; Mateo 9:35-36

  1. Los discípulos debían regocijarse de que el Hijo volviera a ellos, y después de haber ido al Padre, les supliría en todo. Pero los discípulos eran como ovejas sin pastor, y un día todos estuvimos así. Fue necesario que Cristo muriera por nuestras iniquidades para que ya no viviéramos descarriados como ovejas perdidas. Y Él ha resucitado, hoy tenemos a Cristo, como la Palabra, dándonos dirección exterior; y debido a que se ha convertido en el Espíritu, que es nuestra unción, también tenemos dirección interior. Hoy en día, cuántas personas sufren de aflicciones, ansiedades, trastorno de pánico, depresión, estrés y están perdidas, como ovejas que no tienen pastor. Jesús murió en la cruz para sacarnos de esta situación. En las calles, anunciamos que estas personas pueden ser guiadas por la palabra profética. Y más que eso: tendrán la unción interior para enseñarles el camino de la paz.¡No estamos perdidos, tenemos la Palabra y el Espíritu! 

Juan 10:17-18; 12:31; 14:29-31; 16:11; Salmos 2:6-9

  1. Satanás es el príncipe del mundo, que lo ha usurpado y dominado, por sus principados y potestades del aire. El que reina en este mundo es Satanás. Fue creado con gran habilidad, y pensó que podía ser igual al Dios Altísimo. Pero Dios no lo escogió para hacer la conexión entre Él y la criatura, sino que escogió a Su Hijo. Cristo vino humildemente a la tierra para cumplir la voluntad del Padre y así murió en la cruz, el trabajo más difícil ya fue hecho por Él, de modo que hoy tenemos la palabra en el exterior y la unción en el interior. Jesús fue escogido por el Padre para reinar sobre todas las naciones. Pero, así como Caín mató a Abel por envidia, Satanás también quería matar a Jesús. Pero él no tiene poder sobre el Hijo de Dios, y no fue él quien lo mató. Jesús voluntariamente dio Su vida por nosotros, para poder cumplir la voluntad del Padre. Por la muerte de Cristo, hoy tenemos todo lo que necesitamos y nos capacita para hacer la voluntad de Dios. Tenemos la palabra profética y la unción interior; a través de ella tenemos paz, para que, siguiendo la dirección de la Palabra, podamos hacer la voluntad de Dios.

 

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